Pocas imágenes son más icónicas en el mundo empresarial que la de los empleados de Lehman Brothers abandonando las oficinas del banco en Nueva York el día de su quiebra. Un gris y oscuro 15 de septiembre del año 2008. Precisamente el mismo día del decimotercer aniversario de aquella icónica imagen, en China nos encontramos ante una situación similar. Esta vez el protagonista es Evergrande, el mayor promotor inmobiliario del gigante asiático.
Las consecuencias de la caída de Lehman Brothers fueron varias y devastadoras. Una de las consecuencias más relevantes fue la regulación aplicable y el aumento en el control de estas tan grandes instituciones, que pasaron a considerarse “too big to fail”; es decir, demasiado grandes (traducido en poder social, económico, político o una combinación de las anteriores) para permitir, desde los gobiernos, que estas quiebren.
No obstante, cabe destacar que en ocasiones las normas impuestas en Occidente no resultan de aplicación en países como China, debido al gran protagonismo de los gobiernos orientales en estas tan grandes entidades. Hasta hace unas semanas todo indicaba que la principal economía mundial mantenía su dominio, pero la posible caída de Evergrande cambia las normas. No solo puede ser catastrófica para todos los sectores, sino que además era altamente previsible.
La caída del gigante asiático
Ubicada en la ciudad de Shenzhen, cerca de Hong Kong, Evergrande vende apartamentos a compradores de renta alta y media. Más de 1,5 millones de personas han depositado dinero en viviendas que aún no se han construido, y los inversores están cada vez más nerviosos por el hecho de que, si Evergrande colapsara, esto podría extenderse a otras empresas inmobiliarias y crear riesgos sistémicos para la banca. En los últimos días, manifestantes furiosos se han reunido frente a la sede de la empresa inmobiliaria, exigiendo conocer su futuro
El nivel crediticio (clasificación otorgada por agencias independientes a las empresas de acuerdo con su capacidad para hacer frente a las deudas) llevaba años empeorando. Aun y todo, no ha sido hasta hoy que las principales autoridades competentes han notificado a los principales bancos del país que el gigante no será capaz de hacer frente a los intereses de un préstamo millonario que vencía en tan solo cuatro días. Además, los pasivos (no únicamente, pero principalmente las deudas a las que debe hacer frente) suman ya más de 254.000 millones de euros. O lo que es lo mismo, un 2% de la producción anual total de China.
«La quiebra de Evergrande sería la mayor prueba a la que se enfrentaría el sistema financiero chino en años», comenta Mark Williams, economista jefe para Asia, de Capital Economics. Sin embargo, «los mercados no parecen preocupados por el potencial contagio financiero en este momento», dice. «Eso cambiaría en caso de una quiebra a gran escala«, finaliza Williams.
Evergrande creció de manera exponencial gracias al boom inmobiliario, provocado por el crecimiento de China. La entidad ha realizado alrededor de 900 proyectos comerciales, residenciales y de infraestructuras, con más de 200.000 empleados. Además, ha expandido sus tentáculos de la economía, como la alimentación o el ocio; también conocido por ser el principal accionista del club de fútbol Guangzhou FC.
Puede ser importante analizar ahora qué implicaciones tendrá esto para la economía no solo del país asiático, sino global. Los riesgos asumidos por todos aquellos prestamistas que esta vez no cobrarán y, sobre todo, nace también una pregunta ética que debemos resolver. ¿Es conveniente la existencia de empresas con dominios de mercado tan importantes? ¿Pekín dejará que Evergrande llegue a quebrar?