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La consejera vasca de Salud, Nekane Murga, afirmaba hace unos días que Euskadi se enfrenta “sin duda” a la segunda ola del coronavirus. Ante esta preocupante situación se esperaba que Osakidetza blindase sus centros sanitarios para frenar los numerosos brotes que han surgido en la CAV. La realidad es que, hay enfermeras que se encuentran sin poder trabajar en centros donde hace falta asistencia y Osakidetza responde con amenazas a sus réplicas: “te vamos a vigilar”.
Ana (nombre ficticio) es una de las enfermeras que se encuentra en esta situación. Después de haber arriesgado su salud en la época más dura de la pandemia, le llamaron desde Osakidetza ofreciéndole un puesto en la OSI Uribe (Bizkaia), que le daba la posibilidad de volver a casa después de estar trabajando en Vitoria-Gasteiz. Aceptó y dejó el piso donde vivía para mudarse a su tierra natal.
Amenazas y mala praxis
La única oferta de trabajo que ha recibido Ana desde entonces, comenzaba hoy, 12 de agosto, en Erandio con un contrato de ocho días. Debido a que no dispone de vehículo propio no puede acudir: “No es un centro al que estoy adscrita. Me lo han hecho adrede”. En esa llamada también le dejaba una amenaza el trabajador de personal de la OSI Uribe: “que sepas que te vamos a vigilar”. La enfermera denuncia estos malos tratos y que se le esté dando un contrato como el que puede recibir una enfermera recién graduada.
En esa conversación telefónica Ana aclaró que dejó su trabajo en Vitoria-Gasteiz porque le ofertaban otro en Bizkaia, a lo que el trabajador de personal le respondió insinuando si no le habrían echado de la capital alavesa. Una acusación que la enfermera califica de “ridícula” porque eso se puede verificar en Osakidetza. Tras esta conversación se puso en contacto con el sindicato que tampoco ha sido capaz de darle ninguna solución.
Ana está convencida de que no es la única que vive esta situación. De ser así, es impensable que con una pandemia que nos azota de nuevo, haya enfermeras en paro cerca de centros que necesitan personal. El desgaste psicológico que sufrieron las enfermeras durante los meses más duros, se suma ahora a la incertidumbre de verse sin trabajo y con habituales cambios de residencia. El Gobierno Vasco nos pide responsabilidad mientras maltrata a las enfermeras que tanto se han sacrificado.