Día a día los profesionales de la limpieza se enfrentan al coronavirus y a la ausencia de reconocimiento en una labor crucial en la lucha contra la pandemia
Laura Hoyos
Susana Guerrero tiene 50 años y le hace honor a su apellido: camina fuerte y se traza mapas mentales que le ayudan a organizar su jornada. Recorre unos 31 km desde su casa para llegar a uno de los siete lugares de trabajo en labores de limpieza de interiores que tiene que hacer a diario. Guerrero es una de esos cuatro millones de trabajadores del sector de la limpieza en Europa y una de las 509.748 trabajadoras que está afiliada —según el INE para el año 2018— como profesional de la limpieza en España. “Yo venía del mundo comercial y cuando la crisis inmobiliaria nos golpeó me tuve que reinventar”, admite Guerrero mientras sostiene que en ese momento tenía 40 años, un hijo de dieciséis y una hija de ocho y que fue entonces cuando se dio cuenta de que no podía seguir viviendo con lo mínimo: “Necesitaba ser más eficaz”.
Guerrero emprende su carrera en el sector de la limpieza durante la crisis y buscando un segundo ingreso probó suerte limpiando casas; así desarrolló cierta habilidad hasta que consiguió entrar en una empresa constituida: “Cuando entras por primera vez a una empresa de limpieza te ofrecen pocas horas de trabajo y lo que intentamos como profesionales del sector es conseguir 35 horas en activo, que es nuestra jornada laboral según convenio, pero la realidad es que las empresas no están dispuestas a contratarte a tiempo completo”. Guerrero calcula que un 80% de la plantilla en su empresa son mujeres y que muy pocas trabajan a jornada completa.
El estudio realizado por la Asociación Internacional de Facility Management (IFMA) España -presentado en abril de 2020- concluyó que antes de la llegada de la COVID-19 la tendencia de crecimiento en el sector de la limpieza fue del 1,5% para el año 2019 y un 1,7% para el año 2020, lo que se traduce en una mejora en el sector debido a que la pandemia ha generalizado la necesidad de contratación de labores de limpieza y desinfección.
Dinámica empresarial
El presidente de la Asociación Profesional de Empresas de Limpieza (ASPEL) Juan Díez de los Ríos, informa que se está trabajando para que esta curva de demanda se mantenga o mejore y para que la sociedad siga viendo a los profesionales de la limpieza como personal esencial: “La higiene es lo más importante hoy y estamos trabajando para que no se pierda esa visibilidad que hemos tenido durante la pandemia porque queremos dejar de ser la fuerza invisible, para convertirnos en una fuerza visible, y en ello estamos dispuestos a invertir”, comenta.
ASPEL es una asociación que representa a las empresas del sector de la limpieza y cuenta con gran presencia a nivel nacional, participa en los engranajes de defensa y tiene dos objetivos muy presentes: “La contratación pública, importante para todos nuestros miembros que trabajan de la mano con la administración local, autonómica y estatal; y nuestros clientes privados que son todos los sectores susceptibles de tener alguna superficie limpiable”, explica este empresario que lleva once años en frente de la asociación y es consciente de la necesidad que tienen los trabajadores y las empresas del sector de llegar a un acuerdo entre las partes: “A nivel institucional están las mesas de debate en donde se da luz a convenios, remuneraciones y a unos métodos para tiempos de trabajo y estándares de calidad”, pero admite también que el “talón de Aquiles” de una compañía de servicios es el coste laboral, por tanto, el principal objetivo de ASPEL como defensora empresarial es la parte de la “negociación colectiva”.
“La gente tiene mucho miedo, hacen lo que se les diga y así no se consigue nada; hay que manifestarse, de lo contrario las empresas pueden pasar por encima de nuestros derechos fácilmente”, Carmen Jiménez, representante de los trabajadores en UGT, 26 años en el sector
A pesar de que sobre el papel hay voluntad de mejorar las condiciones, mujeres como Carmen Jiménez que lleva 26 años en el sector de la limpieza, confirma que la situación actual con respecto a horarios y salarios dista de ser la ideal. Jiménez no omite información, es representante de los trabajadores para UGT y señala que las empresas quieren que el trabajo se haga en el menor tiempo posible: “Exigen mucha rapidez, nos limitan a que hagamos una entidad bancaria en media hora y es muy difícil mantener un nivel de calidad en esas circunstancias, es casi imposible, no somos máquinas y en lugar de premiar la calidad, premian la cantidad”.
La situación actual hace de este, un sector marcado por la precariedad de horarios y condiciones, por ello, Susana Guerrero defiende la organización de los trabajadores: “Lo que necesitamos es que no pisoteen nuestros derechos y para eso necesitamos el respaldo y el apoyo de un sindicato y que todos los profesionales del sector nos levantemos a luchar por una causa que, en lo personal, considero muy digna”.
Un mismo panorama
Susana y Carmen, mujeres independientes y diversas que comparten un mismo oficio, coinciden en que al indagar se dieron cuenta de que en sus empresas no existían enlaces sindicales para tratar problemas como los derechos a incluir el desplazamiento en sus honorarios, respetar el convenio y mejorar la precariedad laboral en el sector. “Empecé dándome cuenta de las carencias en mi empresa y que además de trabajar con limitaciones, la empresa nos quita ciertos derechos y evita pagar un dinero que nos corresponde”, sostiene Guerrero. Y, como si de una conversación se tratase, pero sin saber la una de la otra, Carmen Jiménez afirma: “La gente tiene mucho miedo y lo que busca es intentar mantenerse estable y a salvo, hacer todo lo que se le diga y así no se consigue nada; hay que manifestarse, de lo contrario las empresas pueden pasar por encima de nuestros derechos fácilmente”.
Diego Guzmán es colombiano y forma parte de este gremio esencial, lleva tres años como profesional de la limpieza, aunque su currículum guarde escondido un título como publicista y dos maestrías. Está estudiando un doctorado en la Universidad Complutense de Madrid y guarda fuerzas para arrancar su vida en España.
Guzmán inició sus labores en el sector de la limpieza con la intención de obtener un ingreso económico vital y continuar con sus estudios; así se incorporó en una empresa que le dio la primera oportunidad haciendo una suplencia en una conserjería en donde debía cumplir con las labores de limpieza y mantenimiento de un edificio.
“Siento que es un sector con poca organización empresarial, no hay preparación del personal de la limpieza y no nos visualizan como profesionales”, Diego Guzmán, tres años en el sector
A pesar de ser relativamente nuevo en el sector, ha sido testigo presencial de los problemas en su entorno laboral: “Siento que es un sector con poca organización empresarial, no hay preparación del personal de la limpieza y no nos visualizan como profesionales, sino como una persona que va a limpiar como quien limpia su casa”.
Guzmán analiza la situación actual de la profesión del limpiador en España y siente que hay una idea que está presente en la sociedad: el limpiador es esencial, pero invisible: “Tener a alguien que se encargue de la limpieza es indispensable para las empresas, para la misma sociedad, pero en la práctica somos invisibles, no se nos trata como esenciales”.
Esenciales no esenciales
Y aunque para el sector de la limpieza la pandemia ha supuesto una luz para sus profesionales, el miedo y la incertidumbre eran cómplices.
Susana Guerrero cuenta con cierta gracia empapada de enojo que al principio no se veía más que a los médicos, barrenderos, panaderos y que ella era parte de ese grupo esencial. “Iba en mi coche de camino al trabajo con la sensación de llevar un cadáver. Me ponía unos guantes dentro del coche, otros al salir, otros para trabajar; y los productos químicos queman los guantes y los guantes se deshacen, no sabemos cómo se contagia el virus, nos metían miedo en la televisión, lo cogemos fijo, la gente se moría, y de repente, la gente del común se daba cuenta de que sin estas personas: los transportistas, los de la limpieza, no se podía seguir adelante”. A Guerrero se le nota la decepción cuando añade: “Ha pasado un año y somos la misma gente que limpia la porquería, y se ha olvidado todo. La situación ni siquiera ha cambiado para los sanitarios”.
El trabajo del limpiador fue esencial durante la pandemia, pero para Diego Guzmán esta sociedad desconoce que cada sujeto tiene un recorrido personal y que esta labor es tan digna como cualquier otra: “Es más fácil que una persona diga que quiere ser secretaria antes que ser limpiador. Esta profesión nunca se ha visto como un oficio que se puede convertir en actividad y que a su vez esa actividad se pueda convertir en una profesión. Está subvalorada, da igual quién lo haga, quién sea y cómo sea”.
Mujeres, hombres y viceversa
En un sector tan marcadamente femenino también lo hombres comparten las labores de limpieza y luchan junto a sus compañeras por mejorar e igualar las condiciones en el gremio. Aunque los hombres ocupan en su mayoría cargos como cristaleros o supervisores, los hay también como Fabián Blandón que está en el sector hace 2 años y medio buscando una base económica que le permita abrir las alas y volar más alto. Blandón trabaja para el sector de la limpieza en producciones cinematográficas: preparación de plató o carga y descarga de material, pero también ha sido parte de ese pequeño porcentaje de hombres que tiene a cargo labores de limpieza en oficinas. Una empresa del sector contó con él desde que decidió dedicarse a este oficio y eso le ayudó a adquirir experiencia: “Empecé en el sector de la limpieza en un mercadillo, con horarios que no se ajustaban entre sí. Fue difícil, pero era una oportunidad que no podía dejar escapar y la tomé por necesidad”.
Blandón en la actualidad tiene un contrato fijo que le permite llegar con cierta tranquilidad a fin de mes, pero admite que siempre es beneficioso trabajar por horas en lugar de tener un salario fijo: “Trabajar por horas es mucho mejor que tener un salario fijo, las empresas siempre inclinan la balanza a su favor y se acogen a convenios que no nos benefician mucho”, comenta.
Susana Guerrero está esperando el momento oportuno para presentarse ante la mesa sindical y ser representante ante su empresa; mientras tanto admite que la intención es sacar a la luz muchas necesidades de las que no se hablan, pero que están muy presentes en el sector y que para ello también necesitan el apoyo de sus compañeros: “Creo que los hombres del sector deberían estar ahí apoyándonos, viendo en nosotras a sus mujeres, sus madres, sus hijas”.