“La poesía lo es todo. Es el género de géneros”

De la Sota y Maizkurrena

OIHANA LÓPEZ

¿Trabajan por vocación?

José Fernández de la Sota: Sí. No recuerdo cuando empecé a escribir. Para mí era algo natural. Cuando se dio el momento de elegir una carrera elegí periodismo, ya que era la que más se acercaba a lo que quería hacer.

María Maizkurrena: Sí. Puede que me hubiera venido mejor que me gustara otra cosa, pero desde pequeña me gustaba leer. Por ese impulso que tenemos los seres humanos de imitar lo que nos gusta comencé a escribir y eso evolucionó de una forma natural a buscar un trabajo que estuviera relacionado.

¿Vuestra vocación está más dirigida a la literatura que al periodismo?

J.F: Soy más de literatura, pero sin embargo el periodismo me atrae. En los últimos 10 años me he dedicado a  los documentales, una nueva pasión.

M.M: En mi caso, estudié filología hispánica. Sin embargo, lo que no tenía era vocación docente, así que dirigí mi camino hacia el periodismo, que tiene conexiones fuertes con la literatura.

¿La vocación de escribir proviene de alguna influencia familiar?

J.F: Puede que por mi línea materna, ya que a mi madre y a mi abuelo les encantaba leer. Sin embargo, la influencia es por la lectura. Al encontrar mi pasión por los libros comencé a escribir. Un elemento fundamental es la imitación. Somos animales imitativos. Somos monos al fin y al cabo. Por lo tanto, si de pequeño te gustaba leer, buscas imitarlo. Acabas creando.

M.M: Al final es la lectura ese mundo enorme que amplía la experiencia vital de una persona, la que provoca que acabes escribiendo. Puede que también tuviera cierta influencia mi padre, que hizo sus pinitos en el mundo literario.

¿Ha habido cambios en vuestra forma de escribir?

J.F: Hombre, sería terrible que no hubiera habido cambios. Sí que es verdad, que con la poesía, quizás los libros que publiqué fueran más frescos. Ni mejor ni peor. En la narrativa por supuesto que no, la experiencia es un grado. Escribes mejor.

M.M: Siempre hay. Yo creo que ese mito de que la poesía es un género de juventud está un poco exagerado. También se necesita experiencia. Se podría pensar que el Rock and Roll era una cosa de jóvenes hasta que los buenos rockeros llegaron a los 40.

¿Inspeccionáis los textos del otro?

M.M: No eso no. Los trabajos propios, la creación… Eso ya cada uno. Alguna vez José si me hace alguna lectura.

J.F: Yo soy más expansivo. María no sé lo que hace (risas).

¿Sirvió vuestro paso por la universidad?

J.F: Es una pregunta muy delicada. Yo he dicho siempre que no me sirvió para nada. Para mi obra literaria nada. Si me ha servido para tener herramientas, como manejar la información. Ahora, lo que tú no tengas, no te lo va a dar la universidad. En la creación lo que hace falta es espíritu creativo, y eso no te lo da la universidad. Hay grandes escritores, directores de cine que no han pasado por la universidad y son genios y al revés, personas que acumulan títulos y no llegan a nada.

¿Qué piensan de la situación actual que está viviendo el periodismo?

J.F: Está peor y antes estaba muy mal. No se pueden decir palabrotas ¿no? (risas). Es abyecto. En el periodismo están todas las miserias de la sociedad. Los periodistas dicen que los políticos están podridos, pero el periodismo es el reflejo. Ahora son las fake news, la mentira, los golpes de clic. Es terrible. Hay buenos periodistas, pero a mí me da mucha pena. Además existe una explotación laboral salvaje que también había antes. A mí me han explotado todo lo que se puede explotar, pero ahora es peor. El periodismo es bonito, magnífico y necesario. Es complicado. Ya sabemos quienes son los dueños de los medios de comunicación. La libertad de prensa es un mito. Y ahí lo dejo.

M.M: Se ha creado un medio que para la manipulación es extraordinario.

¿Habéis percibido una brecha entre los géneros en el mundo literario?

M.M: En literatura puede que se note menos. Lo que pasa es que han coincidido dos fenómenos: una etapa en la que, en la industria editorial, ha pasado como con otras industrias. Ahora las editoriales están formadas por gente que solo busca maximizar los beneficios. Entonces es un poco triste, porque han coincidido esas dos épocas: la idea de la literatura como producto y la entrada de las mujeres por la evolución de la sociedad. Es difícil también encontrar a las escritoras buenas entre tantas personas que solo quieren vender.

Si sólo pudieran elegir a partir de ahora un género en el que escribir ¿Cuál sería?

J.F: Poesía. La poesía lo es todo. Abarca todo. Es el género de géneros. Pero claro no es tampoco lo que piensa la gente. No es cantar a los pajaritos. No es una cosa cursi, etérea. En la poesía está la fuerza.

M.M: La poesía es el género que más tiene. Las características del lenguaje cuando es arte, cuando alcanza lo máximo para poder expresar lo que se desea expresar.

¿Cuál dirían que es la emoción más general que impulsa vuestra poesía?

J.F: Yo creo que son los grandes temas que se han tratado desde el origen: la vida, la muerte y el amor. Coges esos tres temas y ahí está todo. Es universal. Siempre hablando de lo mismo y escribiendo de lo mismo. La vida por que estamos vivos, la muerte porque vamos a morir y el amor porque mientras tanto ¿Dónde está el amor? ¿Qué pasa con el amor?

M.M: El tiempo, la añoranza, la vida que se nos va, el amor en relación con los demás, el desamor… Una poesía que no mira a la muerte a la cara… son lemas publicitarios.

¿Creen que los jóvenes podrán cambiar la situación del periodismo?

J.F: Nada, tampoco. Al final hacen un periodiquito subvencionado por Mercadona. La gente tiene la mala costumbre de comer tres veces al día. La juventud no me parece ningún grado, lo mismo que la vejez. Estamos en el mismo barco que es un desastre. Estamos todos jodidos. Aquí todo el mundo lo que quiere, en general, es salvar su culo. Cuando yo tenía 20 años la gente se acuchillaba y ahora, multiplicado. Hay que cambiar todo. Vamos directos al desastre.

M.M: Lo veo muy difícil. La precariedad. La necesidad de sobrevivir. Estamos en una sociedad en la que los vínculos humanos están muy rotos. En nuestra generación ya había un individualismo brutal, a ver quién llegaba y quien trepaba primero  por la montaña