Ariana Alberdi: “A las generaciones futuras les diría que estén tranquilas. nosotras vamos a luchar por ellas”

Ariana Alberdi es Ary desde que nació. Tiene 20 años y dice estar en el limbo de las transexuales. Lleva 6 años en terapia hormonal y subraya lo mucho que le gusta hablar de feminismo Trans. Principalmente, porque considera que si ya de por sí es difícil ser trans, las Feministas Radicales Trans-Excluyentes lo complican aún más. 

¿Cómo viviste tu infancia?

A pesar de que no recuerdo del todo este tiempo de mi vida, entre los cinco y los nueve años y, según recuerda mi madre, comencé a hacerme preguntas que daban a pensar que era un niño raro. Yo le decía: “Ama, ¿Cuándo se me va a caer esto (refiriéndose al pene)? o ¿ama por qué tengo el pelo largo?”.

¿Sentiste cambios durante tu adolescencia?

Sin duda fue la etapa más dura de mi vida porque traté de enmascarar mi verdadero ser adoptando comportamientos más propios de hombres heteros, como jugar al fútbol. No puedo decir que soy una persona que haya sufrido mucho, pero siempre tuve la etiqueta de maricón o gay, aun cuando no lo era. No podía salir, ni tampoco mirarme al espejo. 

¿En qué momento sentiste que querías dar el paso de ser tú misma?

Esto sucedió cuando terminé la ESO. Tenía muchísimas ganas de salir del armario, pero al mismo tiempo me chocaba hacerlo porque era difícil para mí decirle a mis compañeros de infancia que ya no era la persona de antes. Por ello, en la segunda o tercera evaluación de BH4  le conté, en privado, al  profesorado del centro lo que me estaba pasando y cuando comencé bachillerato, di de golpe el cambio.

¿Sentiste el apoyo del profesorado?

Sí. De hecho, tenía citas semanales con el psicólogo del centro porque, además, por aquel entonces mis padres se estaban separando y yo sentía que necesitaba ayuda. Es cierto que a algunos profesores les sorprendió, pero al llegar al bachiller artístico donde alrededor de doce personas éramos de la comunidad LGTB todo se normalizó.

¿Te has acercado o vinculado a algún colectivo?

Yo no estaba, entonces, muy puesta en ese tema, pero sí mis padres. Por eso, primero estuve en Chrysallis, una asociación que englobaba a toda la comunidad trans de Euskal Herria y de otras comunidades autónomas. Ahí comencé a sentir el apoyo de los demás porque dejé de sentirme sola al contemplar aquella diversidad. Ahora, parcialmente estoy en Naizen, pero más lo están mis padres. Y digo esto porque, aunque quiero ayudar, no me gusta estar en esta clase de grupos de asociaciones en las que hay personas muy pequeñas que no entienden mi modo de tratar de ayudarlas.

LEY TRANS

¿Qué significa para ti la ley trans?

Me parece que es muy necesaria y que a la vez llega muy tarde. Cuando yo pedí mi tratamiento, estuve un año y seis meses hablando con psicólogos y psiquiatras hasta que uno de ellos confirmó que sí era una chica trans. Comprendo la necesidad de este protocolo pues, una vez inicias el tratamiento, ya no hay vuelta atrás, pero no entiendo la demora. Por eso es tan necesaria esta ley.

¿Fue duro para ti el proceso de conversaciones con los especialistas?

Sí porque, al final te pones en manos de una persona a la que ves una vez cada dos meses. La misma persona que te dirá lo que eres y lo que no eres. Después, debías acudir al endocrino, hacerte la prueba, pedirle una cita y, finalmente, esperar alrededor de seis meses a que te lleguen las pastillas que te solucionarán la vida.

¿Crees que el informe psicológico del que se está hablando ayudará a paliar ese sufrimiento innecesario?

El informe es vital pues existe una amplia heterogeneidad de opciones que abarcan desde el género fluido hasta las mujeres trans. Por eso, tener algunas citas con el psiquiatra es tan importante: porque ellos te van a ayudar a determinar y clarificar si necesitas el tratamiento o no. Debemos tener en cuenta que, en el momento en el que arrancas el tratamiento, irreversiblemente, pierdes tu fertilidad.

¿Cómo se desarrolló tu primera cita con el psicólogo?

Jamás voy a olvidar lo que sentí la primera vez que fui a la consulta. Tampoco mis padres. Recuerdo que cuando llegué entré en una sala con siete personas entre psicólogos y psiquiatras. Ya en la primera sesión te preguntan qué es lo que sientes, qué es lo que necesitas y otra serie de preguntas extremadamente personales que nada tenían que ver con la situación en cuestión hasta el punto de que llegaron a incomodar a mi madre poniendo en cuestión su fidelidad en su matrimonio. Me sentí un bicho raro.

¿Cuál es el papel que desempeñan estos profesionales?

Tras ese primer encuentro, entras en un incesante y caótico bucle de citas mensuales en las que, psicólogo y psiquiatra se iban alternando hasta que se daba el diagnóstico final. Las preguntas eran siempre las mismas. Era una mierda.

 “Falta mucha educación no solo en temas de transexualidad, sino de la identidad misma”

¿Cómo te hace sentir el hecho de que una parte del Congreso se muestre en desacuerdo con la ley trans?

No me sorprende porque vivimos en un circo de país, siendo una clara muestra de ello el número de escaños de los que dispone Vox. Pero, más allá de eso, me parece absurdo que se pongan en duda los derechos de las personas.

Ya has señalado que el movimiento feminista no está ayudando demasiado a mejorar la situación de las mujeres trans, ¿defiendes ahora al colectivo feminista teniendo en cuenta la posición de las TERF?

Realmente no podemos definir a las TERF como feministas en la medida en que son trans-excluyentes. Recientemente hemos visto en Instagram un vídeo que se viralizó en el que cinco terfs cantaban una canción cuya letra decía: los hombres tienen regla, las mujeres tienen pene (…). Así es como ironizaban y niegan los derechos de todas las mujeres trans, que no solo han de lidiar con la violencia machista, sino también con la derivada del simple hecho de ser trans.

Hace unas semanas, Freeda publicó la entrevista de una pareja integrada por una chica y un chico trans. Él estaba embarazo y denunciaba el abandono médico que se sufre desde que se inicia la toma de hormonas. ¿Experimentaste tú esta suerte de abandono?

No tanto abandono como falta de interés pues las citas tardan mucho en llegar. Una persona trans necesita mucho apoyo, por ejemplo, del de los psicólogos. Más aún si no tiene hormonas.

¿Qué supondría para ti la promulgación de esta ley trans?

A mí me haría sentir tremendamente satisfecha no solo a título personal sino por las generaciones venideras. Ángela Ponce decía que simplemente con que una niña dentro de treinta años pueda vivir su vida como una persona cis sin ningún tipo de dificultad, habremos progresado mucho.

¿Cómo sociedad, qué podemos hacer para hacerlos la vida más fácil?

Falta mucha educación no solo en temas de transexualidad, sino de la identidad misma. Quizá sería buena idea introducir una asignatura nueva que aborde estos temas o bien que traten estos asuntos en las charlas que, puntualmente, imparten sexólogas en los centros educativos. También es importante que se informe bien porque hay tanta desinformación que ni las propias sexólogas saben utilizar correctamente la terminología. Yo soy optimista, las pioneras lo hemos pasado mal y ahora toca dejar las puertas abiertas a las nuevas filas.

¿Cómo ha cambiado tu perspectiva del género en los últimos años?

Yo misma, siendo trans, he aprendido en materia de género muchísimo. Todo ello gracias a las personas con las que me he ido cruzando en lugares como Chueca o en la fiesta del Orgullo.

¿Crees que la huelga de hambre que se está llevando a cabo en las puertas del congreso puede ayudar a que se apruebe la ley?

Definitivamente. Esto supone coger al toro por los cuernos y, además, no nos queda otra. La ley se va a aprobar, si no en este año, en el próximo pues cada vez son más las personas que salen del armario y esto ya no se va a poder parar.

¿Qué mensaje le mandarías a las TERF que circulan por las redes?

Yo a las generaciones futuras les diría que estén tranquilas pues van a alcanzar la vida que se merecen. No hace falta lanzar la vista atrás un siglo, ya con solo treinta años nos basta para ver cómo ha mejorado nuestra situación hasta nuestros días. Es cuestión de tiempo y nosotras vamos a luchar por ellas para que tengan una vida plena y feliz. Y a las TERF les recomendaría que acudan a una biblioteca y que tengan en cuenta que el tiempo pone a cada cual en su sitio.