SAMUEL BRITO
Hoy, hace 90 años, se instauraba en España la segunda República. Un sistema de gobierno moderno y que trajo esperanza a un pueblo harto de la corrupción y la falta de liderazgo. Después de tanto tiempo, después de este largo viaje, con una guerra civil que devastó el país, una dictadura que dividió y una democracia falsa e irreal, volvemos a donde estábamos. Es momento de que se produzca un cambio.
Ataques democráticos
El ataque vivido en la sede de Podemos en Cartagena es una muestra más de la poca calidad democrática de la que goza nuestra democracia. No solo es este ataque flagrante a la pluralidad política, tanto Pablo Iglesias como Irene Montero han tenido que sufrir en sus carnes el acoso de aquellos que se autodenominan “patrióticos”. Les hierve la sangre que unos políticos, preocupados por la clase trabajadora, por su bienestar, les obligue a dejar de ser privilegiados. Este país ha podido comprobar como marchas fascistas y franquistas campan a sus anchas en diferentes lugares, haciendo apologías al antisemitismo y a la dictadura. Pensábamos que nuestra forma de gobierno sería capaz de aplacar estos insultos, pero estábamos muy equivocados.
¿Por qué ellos pueden convocar manifestaciones a favor de la dictadura o a favor del fascismo pero una marcha a favor de las mujeres está totalmente prohibida? Es sencillo. El 1 de abril de 1939 la Guerra Civil terminó, dejando como “vencedor” al bando sublevado, mal llamado nacional. Me refiero a ellos como “vencedores” porque realmente nadie ganó, todos perdimos. Perdimos libertad, perdimos derechos y perdimos vidas de forma injustificada.
Aquellos que creen que hemos completado de forma satisfactoria una transición de dictadura a democracia, les recomiendo encarecidamente que lean, que lean fuentes objetivas, que sean críticos. Mal llamamos esto democracia porque es lo que nos dijeron que era, porque nos lo impusieron. Hemos tenido tiempo suficiente de mejorar, de hacer las cosas como es debido. Teníamos la oportunidad de volver a ser un país a la vanguardia pero, obviamente, los mecanismos del franquismo estaban y siguen estando vigentes y muy bien engrasados.
Monarquía
Uno de estos mecanismos es, sin duda alguna, la corona. Colocada por Franco para perpetuar su legado y cumpliendo sus deseos. Hemos vivido engañados todo este tiempo creyendo que el rey era la figura de nuestro salvador, como ocurrió en el 23-F. Afortunadamente, cada vez más personas se arrancan el velo de los ojos y comprueban como la corona es otro engranaje más de corrupción y fraude. Esa democracia que ellos tanto han “luchado” se está viendo amenazada por un partido fascista como VOX, que trata de censurar cualquier opinión disidente.
Hoy, hace 90 años, España dio un paso de gigante. Dejó atrás la monarquía, símbolo medieval de la desigualdad y el inmovilismo, y dio paso a un futuro esperanzador. Es momento de que este país de un paso al frente, como hizo en su día. Como hace 90 años, hoy estamos en un momento decisivo de nuestra historia y debemos preguntarnos algo: ¿queremos seguir con este modelo o, por el contrario, queremos avanzar hacia un futuro con mayores libertades y derechos? Nuestros antepasados supieron qué hacer, ahora nos toca a nosotros. Salud y República.