GAIZKA LASO LAZKANO
Estudió Interpretación y Arte Dramático en Bilbao. Actuó en más de 210 bares antes de saltar a EITB. Recorrió teatros y platós, interpretó tanto comedia como drama. Está enamorado del espectáculo en directo, pero no se cierra a las nuevas plataformas. A medio camino entre el mundo analógico y el digital, Javier Antón narra sus experiencias en el mundo de la actuación.
¿Qué le llevó a querer ser actor?
Pues estaba en la salita pequeña de casa de mis aita viendo una película. Al Pacino, entraba en un banco y sacaba un rifle de una especie de estuche camuflado. La película es Tarde de perros de Sidney Lumet y os la recomiendo porque es un peliculón que se te va la olla. Cuando vi aquello me dejó en shock porque nunca había visto una cosa así. Aquella interpretación era tan real que me pareció pornografía. Quiero decir, no es lo mismo ver a John Wayne que ver a Al Pacino ¿no? Que pone mucho de su carne, de su corazón y de sus sentimientos en lo que hace. Aquello me pareció pornografía y me impactó tanto que le dije a mi aita: “Yo quiero ser ese”.
¿Cómo fueron tus comienzos?
¿Cómo es el mundo de la interpretación?
Es muy competitivo, hay demasiado ego que es lo que peor llevo de la profesión. A mí me resulta difícil hacer amigos en la interpretación. Los tengo, ¿eh? Quiero decir, compartes cosas tan intensas y muchas veces en un periodo de tiempo tan breve que es casi fugaz. Yo he trabajado con mucha gente durante 2, 3, 4 meses y súper amigos: haciendo de todo juntos, pasando mucho tiempo no solo trabajando, fuera… Acabas el trabajo y nunca más se supo de ellos.
Cuente alguna anécdota de una grabación.
Una vez estábamos grabando un sketch del Jonan y el Txori (personajes del programa Vaya Semanita de ETB) y teníamos la calle acotada. Estábamos creo en Egia, un barrio de Donosti. Había un montón de gente agolpada viendo la grabación. Decían: “¡Acción!” Y Diego Pérez, que es quien hacía del Txori, y yo hacíamos la secuencia. Cuando cortábamos hablábamos normal. De repente oigo a uno que dice: “Pero si es un puto farsante, si no es así, si eres normal, ¡vete a la mierda!”. Y como esas… Me llamó farsante porque no entendía que yo era una persona normal, que interpretaba un personaje, pero bueno, hay gente para todo.
¿Qué papel consideras que sería un reto para ti?
A mí me han encasillado tanto en comedia que igual yo me autocensuro y me digo: “Yo soy un actor de comedia”. Así que todo lo que sea salirse un poco de la comedia creo que sería un reto. Creo que podría hacerlo, creo que tengo los recursos y la técnica suficiente como para afrontar personajes dramáticos. Por ejemplo, los últimos 3 meses de Smoking room, que fue una obra de teatro que hice hace 2 o 3 años, era un personaje bastante dramático. Lo que me pasa cuando hago drama es que la gente se ríe, y en esta función conseguí que la gente solo se riera un par de veces. Fue un reto, y de hecho lo volvería a abordar porque creo que no es bueno ponerte límites.
¿Qué papel que no hayas hecho te hubiera gustado protagonizar?
Muchísimos. El personaje de Ralph Fiennes (M. Gustave H.) en el Gran Hotel Budapest. A quien yo últimamente he redescubierto, y esto va a sonar a desvaríos de un señor mayor, es a Buster Keaton. Es uno de los iconos del cine mudo junto con Chaplin y Lloyd. Mi sensación es que los cómicos de hoy en día, actores, monologuistas, hablamos y hablamos y este tío no necesitaba hablar. Hacía unas películas hace 100 años casi sin guion… Pero es que eran trepidantes. Jugando a hacer surrealismo, jugando a hacer metalenguaje. Me parece espectacular. El personaje de la película Sherlock Holmes Jr., que es de hace 100 años y dura 1 hora, ese, me habría encantado hacerlo. Dice tantas cosas sin abrir la boca que me maravilla.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere ser actriz o actor?
Vaya semanita (ETB) fue un programa de éxito. ¿Volvería a hacerlo o prefiere cambiar de aires?
Buena pregunta. No lo sé, han pasado ya 10 años desde que Vaya semanita terminó, y en estos 10 años el mundo ha cambiado muchísimo. A nivel social, a nivel económico, cultural incluso. Y la ficción también está cambiando. No sé si tendría sentido hacer un programa de costumbrismo vasco que dure 1 hora y media. La televisión convencional como tal ha girado 180 grados. Ahora tienes las plataformas, que te ofrecen contenido de ficción como si fuesen churros, y tienes series que dura cada capítulo 45 minutos, tienes programas que duran 20 minutos… ¿Como concepto Vaya semanita? Está muy bien, sirvió para muchas cosas; entre otras para que nos miremos el ombligo los vascos ¿no? Pero no lo sé. Si volviéramos a hacerlo, creo que habría que darle muchas vueltas. No puedes ofrecer lo mismo, la gente ha cambiado, ya no es la misma. Ni tú, ni yo, ni nadie.
¿Te molesta que se te relacione con el personaje «Jonan de Baraka”?
No. Al principio, cuando todo esto nos explotó en la cara, quizá no lo gestioné de la manera adecuada porque era más joven. Yo el efecto fan no lo entiendo mucho, me cuesta. Pero con el tiempo quizá le he ido cogiendo más cariño. Sobre todo ver que la gente joven os sigáis acordando del personaje ese… Para mí es un orgullo.
¿Qué proyectos tienes actualmente?
El programa Y punto (EITB) es algo nuevo para usted. ¿Está motivado con él? ¿Le ha gustado el cambio de rol de actor a presentador?
Sí. Bueno, no hay que ponerse límites. Esto me llegó y lo que más me interesaba era contar cosas pero en clave de humor, aunque fuera actualidad. Aunque hoy en día estemos sobreexpuestos a la información, o a la desinformación porque hay una sociopatía con la información que no me entra en la cabeza.