Guillermo Menéndez Quirós: “El cómic democratiza la historia y la memoria”

Guillermo Menéndez Quirós

De las cuencas mineras de Asturias a la publicación del cómic ‘Milicias Vascas Antifascistas’, el historietista Guillermo Menéndez Quirós pone el acento en la memoria

Esta entrevista fue publicada previamente en El Salto | Hordago.


Guillermo Menéndez Quirós (Langreo, Asturias, 1994) es dibujante e historietista. Pasó por la Facultad de Bellas Artes de Salamanca y por la del País Vasco (UPV/EHU), donde no solo se formó, también dio sus primeros pasos en el mundo del fanzine gráfico, vendiéndolos en conciertos y gaztetxes. Es Bilbao la ciudad que le arrastra hasta esta historia, Milicias Vascas Antifascistas. El cómic, desde niño, fue su medio de expresión. Se dio cuenta de que era conjugable con su otra pasión: la Historia. A pesar de todo, el año 2020 ha sido productivo para este historietista. Puso sus dibujos al servicio de la biografía de Benito Pérez Galdós en la novela gráfica Galdós, un escritor en Madrid (Ed. Oberon) y, con ayuda del Ayuntamiento de Langreo, consiguió seguir dando vida a Leonardo, su alter ego, con Leonardo. La epopeya.

¿Cómo llega un asturiano de las cuencas mineras de Asturias a publicar un cómic sobre las milicias vascas antifascistas?

No es extraño a pesar de mi origen asturiano, porque viví cuatro años fundamentales en Bilbao, donde aún tengo media vida, y me he acercado a su idiosincrasia y a su historia.

Milicias Vascas Antifascistas es un ejercicio de memoria histórica. ¿Cómo afrontas el tratamiento de la memoria histórica desde el cómic?

La historia y la memoria deben ser divulgadas. ¿Qué otra forma hay de llegar a todas las edades? A no ser que inviertas en una superproducción cinematográfica… El cómic es un medio muy válido, que democratiza los relatos y permite llegar a una gran población, empezando por la juventud. Cualquiera que se interese y quiera adentrarse en estos episodios puede hacerlo a través de este libro, sin necesidad de recurrir a los archivos o investigaciones, como haría un historiador. Sin olvidar que la memoria histórica debe estar respaldada por historiadores. Necesitamos no solamente tener memoria, sino hacerla con la necesaria calidad y cercanía a los hechos. Yo no quiero que los lectores piensen en este libro como un libro muy político. A mí me interesa hacer memoria aproximándome a los hechos de la mejor manera posible, siendo honesto y directo.

El libro cuenta con la revisión historiográfica de Carlos Iriarte Aguirrezabala, un joven estudioso de esta parte de la historia.

Carlos es un especialista, pieza imprescindible en el relato. Él me ha acompañado en la guionización de los hechos históricos. Fue un magnífico asesor. Nos gustaría seguir haciendo cosas juntos porque formamos un buen tándem.

«Necesitamos no solo tener memoria, sino hacerla con la necesaria calidad y cercanía a los hechos»

¿Quién debería leer este libro?

A mí me gustaría llegar a todo el mundo. A veces se publica con un destino, ¿no?. Piensas en una edad o un espectro político. Pero Milicias Vascas Antifascistas es un cómic para todos. Está pensado así.

Para ser pedagógico también. Unidad en el frente, pero también diversidad de ideologías. Cambios de bando, folclore y mucho más. Y todo ello, en Madrid. Los vascos luchando en Madrid. Es un hecho no muy conocido.

La verdad, sí que es poco conocido, pero para eso estamos trabajando. En lo de la diversidad ideológica quizá no se haga el suficiente hincapié, aunque en el prólogo ya se encarga Carlos Iriarte de remarcarlo. Allí, en las milicias vascas del frente de Madrid, estaban unidos comunistas, anarquistas, sindicalistas, socialistas, personas cercanas al PNV o milicianos sin una filiación política como tal. Allí, en las trincheras, había una pluralidad de sentires. Como dice el mismo Carlos, “ojalá que la memoria que estamos construyendo sea universal y no patrimonio de ningún individuo u organización”.

Se nota que según pasan las páginas los colores se van tornando oscuros. Es buscado, entiendo.

No estaba pensado, pero me lo exigía la narración. La propia historia, al dibujar, me pedía ir apagando los colores. Lo que cuento en este relato es, al final, la decadencia. Al principio, las batallas del sur de Madrid eran batallas esporádicas. Al final, los milicianos acaban estancándose, encharcándose, metiéndose bajo tierra, arrastrándose por los túneles de la ciudad universitaria. Si ves imágenes de aquello, puedes pensar, incluso, que me he quedado corto.

En el frente, cuentas, había unión. ¿Hay alguna forma de traerlo al presente?

Nunca compararía una guerra con la actualidad política, a pesar de la polarización actual y el auge de la ultraderecha… La memoria histórica, de hecho, está para eso: para evitar repetir los errores y horrores del pasado.

Es pedagógico y muy político, claro. Lo editas junto a Sare Antifaxista.

Siempre resulta pedagógico y político desenterrar aquello que estaba oculto. En una feria de Portugalete me encontré con la gente de Sare Antifaxista. Yo ya venía preparando otros proyectos que pretendían investigar y trabajar sobre la memoria histórica, en especial de la Guerra de España. Me propusieron hacer esta novela gráfica, cómic si quieres, y pensé que me venía como anillo al dedo.

La memoria histórica está para evitar repetir los errores y horrores del pasado.

No es una publicación autoeditada, pero sí autogestionada e independiente.

Sare Antifaxista se encarga de la distribución, promoción y difusión. No son una editorial profesional, pero llevan muchos años en la publicación de materiales divulgativos, en la memoria y en la historia. Cuentan con una red que se han ido labrando con un esfuerzo digno de mención para distribuir los libros a través de la DDT. Llegan a varios puntos de la península, también a Asturias, a través de la asociación Cambalache, igualmente autogestionada.

La autoedición no da para vivir.

No. Te sirve para coger experiencia en este oficio. Ir a las ferias, moverte, contactar con gente nueva. También entras en la maquetación y en la edición, en lo más manual de la publicación. Es muy complicado rentabilizar trabajos autoeditados. Más difícil aún ahora que las ferias no son una posibilidad. Todo el mundo artesanal lo está pasando mal y la autoedición es un trabajo muy artesanal. En resumen, no puedes dedicarte a ello, no puedes vivir de la autoedición. Hay que tener en cuenta la propia historia de la autoedición, que es la clandestinidad: fanzines, pasquines políticos y otras publicaciones marginales. Mi paso por la autoedición es parte de mi aprendizaje y mi granito de arena al servicio de este mundillo.

Tienes una aún corta carrera, pero recientemente también publicaste, junto a la escritora Carmen Fernández Etreros, Galdós, un escritor en Madrid. Ahí veo mucha influencia del dibujante Alfonso Zapico.

Estoy muy agradecido de que Zapico escribiera para la contraportada de Milicias Vascas Antifascistas. Es paisano mío. Le conocí hace unos tres años con La Balada del Norte. Luego nos conocimos en persona, y contar con su experiencia para mí es una pasada. Le digo: “Oye, Alfonso, ¿cómo hago para seguir caminando por aquí?”. Me encanta su obra y que hayas encontrado su huella en mi trabajo es una grata sorpresa. En Milicias Vascas Antifascistas, por otro lado, hay mucha influencia del cómic europeo. Sobre todo, la referencia del historietista francés Jacques Tardi con sus Puta guerra! o La guerra de las trincheras. Y de él me vienen el realismo y la crudeza del relato.

Creaste, además, un personaje que recorre tus fanzines, Leonardo.

Leonardo fue una necesidad. Me había estado planteando cuestiones personales y existencialistas. ¿Hacia dónde iba? ¿Por qué habíamos perdido las relaciones con el entorno? Por ejemplo. Leonardo es el nexo para conectar y contar mis preocupaciones. Un personaje que se enfrenta a mis dilemas políticos, que vive la lucha de clases o el conflicto a raíz de las cuestiones medioambientales. Leonardo es una forma de reírme de todo aquello a lo que doy y daba tantas vueltas. Casi autoeditado, aunque con apoyo del Ayuntamiento de Langreo (Asturias), publicamos Leonardo. La epopeya.

En el peor de los años, tres libros. ¿Y ahora qué?

Pues sí. [risas]. Esperemos que para finales de 2021 podamos publicar otra historia sobre memoria. Esta vez sobre lo vivido en el Fuerte de Carchuna, en Granada, donde estaban prisioneros mineros asturianos y otros veteranos del frente del norte, forzados a construir un campo de aviación para la Legión Cóndor. Fueron liberados todos gracias a una acción de comando con brigadistas internacionales. En realidad, es una impactante hazaña bélica que cayó en el olvido debido al agravio comparativo de la posguerra. En esto estamos, buscando financiación. Quien se quiera dedicar a esto que sepa que se va a topar con largas esperas. [risas].