ECOLOGÍA: Acciones necesarias por culpa de comportamientos nocivos

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El pasado 29 de junio de 2020 saltaba la noticia en la isla balear de Menorca. Se producía el primer desove de la historia, en una de sus playas, por parte de una Caretta caretta, comúnmente conocida como la tortuga boba. Concretamente la puesta fue de 132 huevos y se produjo en la playa de Punta Prima.

Baleares nuevo criadero

La novedad reside en que el archipiélago balear, hasta hace unos años, no era un territorio de cría, ya que, dentro del Mar Mediterráneo, las playas de la cuenca oriental eran las elegidas para el desove. Pero, desde el año 2001, cada vez son más frecuentes los hallazgos de nidos en las playas de la costa española. La principal hipótesis que defienden los científicos para explicar este comportamiento es que el calentamiento global ha hecho que esta especie busque lugares más frescos.

En este caso, gracias a los datos recogidos a través de estudios de la Consejería del Medio Ambiente de las Islas Baleares, llegaron a la conclusión de que la playa de Sa Mesquida recogía unas mejores condiciones para que el nacimiento de las crías tuviese éxito. Una vez depositados allí, todo se desarrolló con absoluta normalidad gracias a la ayuda de grupos y entidades como OBSAM, GOB, Per la mar viva y Menorca Preservation Fund que consiguieron juntar a un grupo de biólogos, técnicos y voluntarios que desempeñaban la función de vigilar y proteger el nido las 24 horas del día.

Hay que destacar que no todos los huevos se trasladaron a esta última playa, sino que de los 132, 25 se llevaron a la incubadora del Centro de fauna del GOB (asociación ecologista) y otros 17 a una del COFIB (Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Islas Baleares) situada en Mallorca. 

Finalmente, del total de los huevos nacieron 50 tortugas. Puede que a primera vista resulten muy pocos, pero según nos informaba María Murcia, una de las voluntarias encargadas de custodiar el nido, todos lo consideraban un éxito absoluto.

Condiciones de vida

Hoy en día la dificultad a la que se enfrentan los ejemplares de tortuga boba o Caretta caretta a la hora de alcanzar la vida adulta es extrema. En condiciones normales aproximadamente una de cada cien crías conseguirá sobrevivir hasta el primer año de vida mientras que solo una de mil conseguirá hacerlo hasta la vida adulta. 

Por este motivo las tortugas que nacen en nidos localizados no suelen ponerse en libertad hasta el año de vida. Este lo pasan en acuarios donde siguen un programa conocido como head strating, en el que se les alimenta y se observa su desarrollo durante los primeros meses de vida. Una vez trascurrido este año serán puestas en libertad y gracias a este programa habrán aumentado tanto el número de tortugas que llegan a esa edad como las posibilidades de sobrevivir hasta una vida adulta.

ACTIVIDAD HUMANA

Los humanos tenemos una gran parte de culpa en el hecho de la que la esperanza de vida para estas tortugas sea tan baja. Y es que dentro de las principales causas de muerte que tienen los miembros de esta especie solo una de ellas no es consecuencia de la actividad humana, la muerte por depredadores.

El resto de amenazas son producto de la actividad humana, ya sea debido a determinados artes de pesca, como la que se realiza con palangre o con redes, que capturan una gran cantidad de tortugas sin que este sea su objetivo; a las emisiones de ciertas industrias, que siguen acrecentando las consecuencias del cambio climático; o la masiva cantidad de plásticos que vertemos en nuestros mares que acaban siendo ingeridos por las tortugas, llegando a producirles la muerte. 

INICIATIVAS

Este tipo de iniciativas, por desgracia, son más necesarias que nunca ya que consiguen que la salud del ecosistema y su biodiversidad no desaparezcan de manera irremediable. Desde aquí nos gustaría agradecer el trabajo de todas las personas que ponen su granito de arena en esta causa: conseguir salvar al planeta Tierra. Pero también consideramos que la responsabilidad no debe recaer sobre dichas personas, puesto que no son estas las principales responsables de los comportamientos dañinos para el medio ambiente.

Y es que muchos de estos voluntariados y acciones ecologistas se podrían evitar si desde las elites políticas y económicas pusiesen el foco en prevenir el daño y no en cómo solucionarlo una vez hecho. Por eso es importante que la izquierda haga suyo un discurso que no tenga al ciudadano de a pie como principal protagonista cuando se habla del daño que causan las acciones humanas al medio ambiente y de cómo evitarlo, sino que señale a ciertas empresas y al sistema de producción capitalista como lo que son: los culpables de la situación medioambiental a la que nos enfrentamos hoy en día.