DIEGO SÁNCHEZ-HORNEROS
Comienza el 2021 con los mismos problemas que el resto de años. Entre ellos, la individualización de la sociedad. En tiempos de pandemia, hemos podido observar una vez más, como el sector capitalista disfraza de acciones “revolucionarias” e infantiles las acciones individualistas. Por supuesto, me refiero a la rave que se llevó a cabo en una nave abandonada en Llinars.
Llega la Nochevieja del peor año de la década (y del siglo incluso) y lo único que se les ocurre es realizar una macrofiesta con 200 personas. La tasa de contagio por covid-19 es de más de 500 personas por cada 100.000 habitantes. Lanzo la siguiente pregunta: ¿Qué hay que celebrar? No hemos superado la pandemia y solamente hemos comenzado a notar los efectos de la crisis económica que ya es una realidad.
Libertad, ¿para qué?, ¿para quién?
Resulta de todo menos gracioso leer el ‘manifiesto‘ que redactaron los asistentes a esta fiesta, que rezaba: «Utilizar la fiesta como fenómeno de protesta». La cultura del alcohol y las drogas como forma de protesta contra el sistema. Vaya, la misma cultura que promueve el capitalismo si nos paramos a observar las opciones de ocio que ofrece nuestra sociedad a día de hoy. Están más cerca de a lo que se oponen de lo que ellos creen.
Otro aspecto interesante es el uso de la palabra ‘libertad’. ¿Libertad para qué? ¿Libertad para contagiarse?, ¿libertad para no llevar más la mascarilla?, ¿libertad para hacer eliminar la responsabilidad individual y colectiva? En este caso, están más cerca de las protestas reaccionarias por parte de la ultraderecha, que de reivindicar lo que piensan que reivindican.
Estado sin respuesta
Pero aparte de todas estas consignas, muchas veces vacías de sentido y de contenido, cabe analizar la respuesta del Estado frente a esta situación. Concretamente la respuesta de los Mossos d’Esquadra. Me abstendré de juzgarlo, pero, ¿cómo te organizan una fiesta totalmente ilegal en tus propias narices saltándose todos y cada uno de los mandamientos sanitarios?
La libertad siempre tiene una condición de clase, y es ahí donde reside el infantilismo de sus (mal llamadas) protestas. Con este tipo de acciones, es justo lo que la lógica capitalista espera de ellos: ser el anzuelo para justificar sus medidas contra los trabajadores.
Los hay que piensan que tienen la libertad para ser su propio jefe, libertad para subir o bajar el alquiler de la vivienda a una familia necesitada, la libertad para consumir la droga que prefieran o la libertad para organizar fiestas en naves abandonadas. Pero todas estas libertades son la misma cara de la moneda, la misma cara del sistema ideológico que nos domina.
La individualización
Por un lado, vimos como gran parte de la población aprobó y aplaudió la respuesta policial del desalojo. Se puede llegar a entender. Ahora bien, ninguna acción policial es aplaudible, no nos olvidemos de que son los mismos Mossos que apalean a familias para desalojarlas de sus hogares. Acciones como esta rave, son el blanqueamiento perfecto de las Fuerzas de Seguridad del Estado (Estado burgués, para los más perdidos). Siempre tener presente que las Fuerzas Policiales son el aparato represor del Estado.
Contradicciones represoras
Además, la actuación policial está plagada de contradicciones. Pudimos escuchar por parte de los Mossos su negativa a desalojar la rave para “evitar desórdenes”. Y cuando el globo les explotó en la cara, finalmente decidieron totalmente lo contrario y entraron con fuerza. Me gustaría escuchar de nuevo la excusa de “evitar desórdenes” en la próxima carga policial que se produzca en una manifestación o en el próximo desahucio. Estos mismos procedimientos no son, ni parecidos, cuando se trata de reprimir una movilización como pudimos observar con la violencia policial en Catalunya durante el Procés.
Observamos la respuesta de estos pseudorevolucionarios a la actuación policial. Mira que existían excusas, incluso legítimas algunas de ellas, pero decidieron actuar bajo sus premisas egoístas e individualistas. “¡Estamos escuchando música, tenemos todo el derecho, no somos ilegales, tenemos alma, no hay peleas!”.
La libertad como consigna vacía de contenido.