Nos tratan de convencer de que las mujeres no tenemos más derechos que conquistar, que el feminismo ha perdido todo el sentido que pudo llegar a tener con la entrada de la modernidad. La igualdad ya está conquistada, dicen. Pero la realidad es muy diferente y la lucha debe ser todos los días.
Calles, placer, sexualizadas
Seguimos saliendo a la calle pendientes de cualquier esquina o callejón, con las llaves cerca de las manos por si tenemos que hacer algún movimiento rápido. Necesitamos una educación sexual que le de importancia a nuestro propio placer y no se enfoque única y exclusivamente en evitar que nos quedemos embarazadas con 15 años. Seguimos necesitando que se reconozca a las mujeres trans como mujeres. Exigimos que se escuche nuestra voz, porque se nos ha estado silenciando durante toda la historia. Seguimos siendo sexualizadas y convertidas en objetos de consumo.
La pandemia y el confinamiento no han hecho más que acentuar el rol de la mujer dentro de la sociedad. Hemos sido nosotras, en virtud de esos trabajos a los que se le cuelga la etiqueta de feminizados, las que más nos hemos expuesto. Limpiadoras, enfermeras, cajeras… han estado en primera línea de batalla desde el primer momento, pero con escaso reconocimiento. Las que pudieron quedarse en casa siguieron cargando con el peso de los cuidados del hogar, los que pasan desapercibidos pero que realmente son la base principal del sistema capitalista.
Para celebrar, para luchar
Este año ha habido cosas que celebrar, como el triunfo de la Marea Verde gracias a nuestras compas argentinas. Aún queda mucho por lo que luchar. Debemos mantener el puño en alto todos los días, apoyarnos entre nosotras a diario y tratar de darle una mirada morada a nuestras vidas. No basta solo con conquistar las calles el 8 de marzo, debemos hacer las calles nuestras todos los días. La lucha es todos los días.