“Maixabel desata las emociones y los aplausos”, titulaba uno de los medios guipuzcoanos tras el estreno de la película en el Zinemaldia. Violencia, sufrimiento, perdón o restauración. En definitiva, las consecuencias de los años de plomo, del terrorismo de ETA, de los cientos de asesinados y de un esfuerzo desgarrador por cerrar heridas. Un fuerte trabajo por la convivencia que todavía, para una parte de la población, se cruza con un fuerte escollo: los ongietorris.