Una semana de segregación en Madrid

Imágenes de Lorena Volpi y Albert F. Ghira

El pasado domingo 20 de septiembre, hace una semana, los telediarios de las mayores cadenas de televisión de España comenzaban hablando de ‘clase obrera’, ‘lucha de clases’ y conceptos como ‘confinamiento de clase’ o ‘segregación’.

Los titulares nos sorprendían a muchos, acostumbrados a la negación y ocultación de la realidad social por parte de los medios. Esta vez no les quedaba otra, los hechos no daban lugar a manipulación: la clase obrera estaba en las calles y, lo más importante, expresando conciencia de sí misma en sus reivindicaciones.

EL INICIO DE TODO

El día anterior la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, había anunciado las nuevas restricciones que solo afectaban a los barrios y municipios más humildes, 37 zonas básicas de salud, a las que se sumarían otras posteriormente. Esta medida, intuida ya por parte de muchos vecinos, causó revuelo al anunciarse y provocó una manifestación improvisada en la Puerta del Sol que tuvo un gran poder de convocatoria pese a la falta de autorización, las escasas 2 horas de antelación y la lluvia previa.

A esta movilización del sábado le siguió una descentralizada y por barrios al día siguiente, la que generó los titulares de los que hablábamos al inicio. Vallecas, Usera, Carabanchel o Villaverde, así como los municipios afectados, llenaron sus calles oponiéndose a un ‘confinamiento de clase’ que, señalaban, estigmatiza más aún a sus barrios. Las vecinas querían lo que llevan pidiendo toda la pandemia: mejoras en la Sanidad Pública, no encierros y policías en los barrios obreros.

En estas manifestaciones se pidió la dimisión de Ayuso, pero eso no fue lo más coreado ni lo más destacable. Lo significativo de estas manifestaciones fue la conciencia de clase que desprendían. Se escucharon los ya conocidos lemas: “nuestros barrios no son guetos”; “no es confinamiento, es lucha de clases”; “que confinen a los ricos” o el aún más extendido cántico contra la militarización de las calles y a favor de la Sanidad Pública: “más sanitarios y menos Policía”.

RESTRICCIONES

Hasta aquí los hechos previos a la aplicación de las restricciones, pero… ¿por qué son tan polémicas estas medidas? Como hemos mencionado ya, las medidas impuestas por Ayuso han ido focalizadas hacia las zonas del sur, las más humildes. La principal medida es la prohibición de la entrada y salida de personas en estas zonas, estableciendo múltiples controles policiales sobre ellas.

La justificación para la suerte de muro invisible que se ha levantado entre una parte de Madrid y otra es que existe mayor incidencia en estas zonas. Y esto es completamente cierto. Pero, que haya más contagios en los barrios más humildes, no justifica cualquier tipo de acción en ellos… o contra ellos.

Para que esta realidad (más contagios en el sur) justificase las medidas que se han tomado tendrían que darse 2 condiciones: que el problema de estos barrios sea coyuntural y que las medidas lo puedan resolver. Si no se cumplen estas dos condiciones podríamos pensar que Ayuso ha tomado esta medida por otros motivos que no tienen que ver con la pandemia.

¿PARA QUÉ VALEN LAS RESTRICCIONES?

El problema de estos barrios no es coyuntural, su problema es una cuestión estructural llamada capitalismo. El sistema económico capitalista da lugar a clases sociales, de las cuales la clase obrera es la más exprimida y explotada. No es una coincidencia que la mayoría de la clase obrera madrileña viva en los barrios segregados. Las condiciones de la mayoría de personas trabajadoras son pisos de 60/70 metros cuadrados por familia, uso generalizado del transporte público, mayor masificación, menos recursos sanitarios, etc. Es evidente que estas condiciones materiales de vida provocan más contagios que las condiciones que hay en el Barrio de Salamanca.

Al no ser un problema coyuntural, las medidas aplicadas no pueden solucionarlo (ni lo buscan). La restricción principal es la limitación de la movilidad entre barrios, algo que no impide los contagios entre personas de estas zonas, solo impide que ellos no contagien al resto. Es decir, una segregación entre “apestados” y “no apestados” en toda regla.

Pero resulta que tampoco es totalmente así: ni siquiera se impide el contagio entre zonas confinadas y no confinadas. Hay actividades permitidas y la principal de ellas es la laboral. Solo con esta actividad y con un dato relativo a la misma podemos darnos cuenta de que la interconexión que hay en Madrid impide que estas medidas tengan efectividad alguna sobre el virus: El 86,5% de los trabajadores de las zonas confinadas se tienen que desplazar a zonas no confinadas para trabajar (estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid, basado en datos de la Encuesta Domiciliaria de Movilidad 2018).

PARQUES NO, CASAS DE APUESTAS SÍ

Como ya hemos visto, si las medidas estuviesen enfocadas a proteger la salud se realizarían contrataciones de personal en la Sanidad Pública, nacionalizaciones de los recursos sanitarios privados, inversión en más PCRs o restricciones de movilidad generales, no selectivas. En lugar de ello, se ha encerrado a los pobres e invertido en recursos policiales para castigar a quien se salte el encierro y, aprovechando, a quien proteste defendiendo sus derechos (ahora y en la crisis que viene, que probablemente sea la mayor en la historia del capitalismo).

Pero el colmo de todo esto lo encontramos en detalles del paquete de medidas que, si no supiéramos que la intención del Estado es proteger los intereses de las empresas y no los de la gente trabajadora, podrían parecernos descaradamente absurdos: las casas de apuestas permanecen abiertas en los barrios confinados, mientras que los parques y espacios al aire libre han sido cerrados.

PRIMEROS DÍAS DE SEGREGACIÓN

Una vez vistos los acontecimientos previos y en qué consisten las medidas, vayamos a la respuesta de la clase obrera madrileña. Tras la previa oposición de los barrios del sur a la segregación, llegó el lunes 21, día en que entraban en vigor las nuevas medidas. El caos era la tónica general.

Los vecinos no sabían qué calle estaba confinada y qué calle no; las medidas habían entrado en vigor, pero no se multaba hasta el miércoles; hacía falta que los jueces diesen el visto bueno a las medidas y ese visto bueno no llegó hasta el viernes; etc. Es decir, las medidas lejos de solucionar nada, le habían complicado la vida a la gente.

A este caos provocado directamente por la Comunidad de Madrid se le sumó uno provocado indirectamente: inundaciones en el Metro. Un lugar en el que se juntan entre 1 y 2 millones de personas todos los días y, aunque la Comunidad lo niegue, probablemente el mayor foco de contagio de la ciudad.

La falta de inversión en servicios públicos había provocado hasta entonces el hacinamiento de personas debido a la baja frecuencia. Pero es que el miércoles muchas estaciones, literalmente, se inundaron y se canceló el servicio en varias paradas. Los usuarios grabaron escenarios caóticos como los siguientes:

REPRESIÓN EN VALLEKAS

Tras este inicio incierto y desastroso llegamos, por último, a narrar los episodios del tramo final de esta primera semana de segregación en Madrid. El jueves por la tarde se convocaron concentraciones en todos los barrios del sur que habían sido confinados. La exigencia de estas movilizaciones era el fin de la segregación y se reclamaba una mayor inversión en la Sanidad Pública como verdadera solución.

Es entonces cuando la Policía Nacional, dirigida por José Manuel Franco (PSOE) y dependiente del Ministro de Interior Fernando Grande-Marlaska (PSOE) muestran la finalidad de reciente despliegue policial en los barrios obreros y reprimen la concentración de Vallecas: una protesta pacífica en la que había ancianos, niños y jóvenes.

El Gobierno central se puso del lado de Ayuso y envió a los antidisturbios a disolver esta manifestación frente a la Asamblea de Madrid (Vallecas). Se agredió a varios vecinos a través de la violencia legal y de la ilegal: hubo porrazos por encima de la cintura, cabezazos con el casco de antidisturbios a una persona ya retenida y esposada y, recientemente, se han denunciado torturas en comisaría hacia los 4 jóvenes de entre 17 y 19 años que fueron detenidos.

Foto de Dani Gago
Foto de Dani Gago

VALLEKAS RESPONDE

Era un toque de atención que, atacando salvajemente derechos fundamentales, avisaba a la clase obrera para que se estuviera callada, frente a la segregación y frente a las consecuencias de la futura crisis económica. No fue así:

El viernes hubo una enorme respuesta de los vallecanos y de todo Madrid. Se ‘tomó’ Vallecas durante toda la tarde con miles de personas recorriendo las calles del barrio madrileño. Esta vez hubo una notable ausencia de dispositivo policial. El Gobierno de PSOE y UP caía en contradicciones internas y parecía no querer calentar más el ambiente que su policía había calentado el día anterior.

Foto de Diego Radamés

SEMANA VERTIGINOSA

Podemos decir que esta semana ha sido un resumen vertiginoso y paradigmático de todo lo que acontece actualmente en Madrid: pandemia, segregación por barrios, militarización de las calles, caos y contagios en el Metro, represión, “gestión” gubernamental y respuesta de la clase trabajadora. Esta última, y en especial su juventud, parece avisar de que, en los tiempos que vienen, no va a aceptar ni la represión ni cargar con las consecuencias de ninguna crisis.