Aunque a veces la historia pueda parecer un cuento o una simple sucesión más o menos lógica de acontecimientos, la verdad es siempre mucho más compleja.
Por Jorge Pascual
En el ámbito académico y en el sistema educativo se nos presenta la historia desde una perspectiva imparcial (o estrictamente a través de una única visión, es habitual que los vencedores de la historia sean quienes la escriben…). Ciertamente uno no puede posicionarse de ninguna manera en un campo de estudio científico, pero, si hablamos de enseñar, ¿qué nos transmite la imparcialidad?
Repetir la historia
Muchas veces escuchamos eso de que «hay que aprender de la historia» o que «aquellos que no conocen su historia están condenados a repetirla», pero un relato de acontecimientos históricos que no entra a valorar a los mismos no aporta nada más en esa cuestión que el propio relato (independientemente del valor intrínseco de la información histórica, como de cualquier otro conocimiento; y de que cada persona pueda sacar sus propias conclusiones) y el aprendizaje es solo técnico. Un ejemplo contrario estaría en Benjamin Constant, quién elaboró su obra en base a criticar algunos de los hechos de la Revolución Francesa que a su juicio eran negativos, aportando mucho más contenido y argumentando su posición para su futuro.
No digo con esto que se deba moralizar el relato de la historia; como ya se ha dicho, la posición imparcial es la única posible en un estudio científico y académico y la única verdad inicial ante las diferentes ideologías que la completen, además de que no se debe menospreciar la crítica propia de cada uno imponiendo una única perspectiva moral.
moral: un instrumento
Lo que sí afirmo es que para realmente aprender de la historia es necesario dotarla de un contenido que diga qué está bien y qué está mal en esa historia, evidentemente no hay una única perspectiva moral y quizás no haya una correcta, pero la moral inunda nuestras vidas. De hecho, quien dice que estaremos condenados a repetir nuestra historia ya está asumiendo que hay cosas negativas en el pasado que son una condena.
Habrá quienes dirán que «no se puede juzgar la historia», pero eso es un error fatal de la imparcialidad académica, que no despierta el conocimiento crítico, el único que nos puede aportar algo de luz sobre la sucesión de acontecimientos que es la historia.
Conocimiento crítico
La perspectiva crítica en el estudio de la historia es la única que nos puede hacer entender cuál es el paso siguiente en la misma historia, no debemos olvidar que estamos inmersos en ella y que nuestros actos algún día serán acontecimientos pasados, es decir, saber si lo que ha pasado anteriormente estuvo bien o mal es la única manera de saber si lo que hacemos hoy es igual, peor o mejor que aquello.
Influencia del presente en la comprensión del pasado
Sucede entonces que los actos que acometemos están regidos por nuestra moral actual, por lo que son vistos como positivos (dejando de lado la convivencia temporal de diferentes códigos morales contrapuestos), aunque seguramente en el futuro nuestras acciones serán juzgadas por una moral diferente; quizás dentro de no muchos años una perspectiva crítica encuentre defectos en nuestros actos, defectos que no podemos imaginar si quiera.
Eso no nos convierte en culpables dentro de la historia, simplemente significa que la moral de la sociedad habrá evolucionado y que será capaz de ampliar su crítica y de decidir mejor o más acorde con su moral cuál será el siguiente paso. Lo mismo es factible para la actualidad, una perspectiva crítica no pretende criminalizar a los personajes históricos, sino únicamente catalogar los acontecimientos pasados en base a la moral de hoy en día.
Derechos Humanos
Y esto no es tan descabellado, evidentemente no se puede juzgar a los autores o protagonistas de la expansión colonial de Inglaterra o Francia, pero en un momento posterior se llegó a la conclusión de que el colonialismo impedía la realización de los pueblos ocupados y se incluyó esa perspectiva en el Derecho Internacional; tampoco podemos juzgar a toda la sociedad romana por servirse de esclavos, pero ahora podemos entender que aquello era contrario a la dignidad de las personas tal y como la entendemos en la actualidad y se incluyó esa perspectiva en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Son, precisamente, los antagonismos morales en la historia lo que nos hace cambiar como sociedad, avanzando hacia el ideal de cada tiempo; pero no se puede pretender una mejoría de las condiciones vitales actuales si no se tiene una perspectiva crítica sobre las condiciones y los hechos del pasado, más aún cuando aquellos siguen teniendo efectos hoy en día.
Quienes no juzguen su historia estarán condenados a repetirla.