Alfredo García, más conocido como Operador Nuclear, es ingeniero técnico de telecomunicaciones y tiene licencia de Operador y de Supervisor otorgadas por el Consejo de Seguridad Nuclear. Con más de 20 años en el sector nuclear, García trabaja en la central nuclear de Ascó (Tarragona) y, desde 2016, lo compagina con la divulgación científica y tecnológica en redes sociales. Además de la presencia en los medios de comunicación, ha publicado su primer libro: LA ENERGÍA NUCLEAR SALVARÁ EL MUNDO. Hoy, Operador Nuclear, nos atiende en lamordaza.com.
¿Están los motivos ideológicos lastrando los proyectos relacionados con la energía nuclear? Ya pasó, en los años 80, con Lemóniz. Primero, con la ley de Moratoria Nuclear y después, con ETA.
Sin duda. El PSOE de Felipe González ya tenía en su programa electoral la paralización de los proyectos de construcción de nuevas centrales nucleares cuando llegó al poder en 1982. Estar en contra de la energía nuclear en España proporciona votos y estar a favor los puede restar, o al menos eso es lo que parecen pensar otros partidos. Sin embargo, eso no ocurre en Finlandia, donde existe un amplio consenso sobre la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono utilizando todas las herramientas disponibles: las energías renovables y la nuclear. Una parte importante del Partido Verde finlandés dijo recientemente que la humanidad ya no puede permitirse el lujo de prescindir de la energía nuclear. Si ponemos a los finlandeses de ejemplo en educación, ¿por qué no fijarnos también en su modelo energético?
¿Energía nuclear para combatir el calentamiento global? ¿Puede ser una solución real?
El calentamiento global no tiene una única solución, sino múltiples. Necesitamos mejorar la eficiencia energética, capturar dióxido de carbono, electrificar toda nuestra economía (transporte, doméstico e industria), pero es esencial que las energías que generen toda esa electricidad necesaria sean bajas en emisiones: las energías renovables deben dominar la producción eléctrica, pero necesitan un respaldo también bajo en emisiones, que salvo en los países con enormes cantidades de agua como Noruega, debe provenir de la energía nuclear. Francia genera más del 70% de su electricidad con sus 57 reactores. No es necesario imitar su ejemplo, doblando el número de reactores españoles y operando los actuales durante varias décadas más (siempre que se siga garantizando su seguridad) y generando el 70% con energías renovables, podríamos ser uno de los países más descarbonizados del mundo.
¿Podría repetirse un accidente como el de Chernobyl?
Un accidente como el de Chernobyl, por sus causas y sobre todo por sus consecuencias, es irrepetible en los reactores actuales. Estamos hablando de tecnologías completamente diferentes. El diseño original de los reactores RBMK soviéticos estaba adaptado para la producción de plutonio para producir bombas atómicas y como subproducto generaba electricidad. Aunque Chernobyl nunca produjo armamento, el diseño condiciona la seguridad.
Una serie de coeficientes nucleares hacían muy inestable el reactor (a las pruebas me remito). Un aumento de temperatura provocaba un aumento de potencia, al revés que nuestros reactores, donde un aumento de temperatura disminuye la potencia del reactor. Además, Chernobyl carecía de edificio de contención, como tienen todos nuestros reactores. De haber dispuesto de él, probablemente casi nadie conocería el accidente.
¿Debería España invertir en energía nuclear? ¿En qué punto se encuentra la investigación o implementación nuclear en el país?
España tiene múltiples motivos para invertir o, mejor dicho, facilitar y permitir la inversión en energía nuclear. Somos un país con mucho sol y viento, que ya sabemos que son muy necesarios, pero también variables. El respaldo de esas energías solo puede provenir del gas natural, si tenemos en cuenta que estamos cerrando las centrales de carbón, o de la energía nuclear. La mayor parte de nuestro gas proviene de países con poca estabilidad y cuando quemamos gas tenemos tres consecuencias: aumento de las emisiones de dióxido de carbono, aumento de la polución atmosférica y encarecimiento del precio de la electricidad.
Construir más centrales nucleares nos permitiría generar más empleo, reducir las emisiones complementando a las renovables, reducir los costes de derechos de emisiones y reducir el precio de la electricidad. Pero para ello es necesario que los inversores tengan la seguridad de que sus proyectos no serán cancelados por razones ideológicas, como ya ocurrió en España con la moratoria nuclear.
¿Cuál sería, en su opinión, una política en energía nuclear adecuada?
La primera medida sería separar la energía nuclear de las cuestiones ideológicas. Los aerogeneradores no son de izquierdas y las centrales nucleares no son de derechas. Ambas energías tienen inversores y trabajadores. Sería necesario también realizar una importante campaña de divulgación, algo parecido a lo que yo hago, pero de una forma más institucionalizada, explicando todas las ventajas y los inconvenientes de todas las energías. Hecho esto, un grupo de expertos debería asesorar al Parlamento (no solo al Gobierno, porque debería ser una cuestión de consenso) sobre cuántas centrales nucleares son necesarias para conseguir prescindir de los combustibles fósiles cuanto antes.
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¿Qué hacemos con los residuos contaminantes? ¿Por qué son un problema actualmente?
Los residuos radiactivos son más un problema de opinión pública que un problema tecnológico, puesto que existen dos soluciones. La primera es el almacenamiento geológico profundo en lugares que han permanecido estables durante millones de años (y necesitamos 10.000 años). Estos almacenes, una vez sellados, no necesitan supervisión ni mantenimiento, así que no tendrían gastos. La segunda solución, mi preferida, es utilizar estos residuos como combustible de los reactores de IV Generación, matando dos pájaros de un tiro. Seis diseños, cada uno con diferentes proyectos. Están en diferentes fases de desarrollo. Rusia lidera la investigación, porque desde 2016 tiene un reactor comercial capaz de utilizar combustible usado, el BN-800, de 800 MW eléctricos (algo menos que los reactores comerciales españoles).
¿Son los lobbies verdes demasiado fuertes en España como para que el gobierno decida apostar a medio-largo plazo por la energía nuclear?
Los lobbies son grupos de presión que defienden sus legítimos derechos ante los poderes públicos. La clave en este caso es que los lobbies verdes tienen el respaldo de los lobbies petroleros y gasísticos, cuyo principal rival es la energía nuclear. No nos dejemos engañar, el rival de la energía nuclear no son las renovables variables, sino la energía hidroeléctrica (en los países con abundante agua, que no es el caso de España, que está cada vez más limitada) y sobre todo el gas natural.
¿Quién es más difícil de convencer, un terraplanista o una persona en contra de la energía nuclear? ¿Falta cultura nuclear?
Sobre el terraplanismo habría mucho que hablar. Parece más un movimiento para obtener notoriedad y aprovecharse de unos pocos incautos, que un verdadero movimiento con objetivos claros como los antinucleares. Por mi experiencia en la divulgación, la absoluta mayor parte de las personas que están en contra de la energía nuclear lo hacen con un enorme desconocimiento de esta energía. No solo el ciudadano de a pie, sino entre los propios dirigentes de las organizaciones antinucleares detecto lagunas importantísimas.
El mayor y casi único argumento que utilizan es el miedo, que como es bien sabido, se basa siempre en el desconocimiento. El hasta hace poco portavoz de Ecologistas en Acción y del Movimiento Ibérico Antinuclear, Paco Castejón, ha sido nombrado recientemente consejero del Consejo de Seguridad Nuclear, a propuesta de Podemos. Castejón ha votado a favor de la renovación de licencia de Almaraz y Vandellós II. Preguntado por ello en una entrevista, dijo: «Lógicamente mi punto de vista no es el mismo que antes; aquí tengo muchísima información, me encuentro con profesionales que hacen su trabajo de forma muy digna e intento actuar de acuerdo con mi responsabilidad».
Una de las grandes utopías de la actualidad es la sociedad sin trabajo, ¿se podría automatizar una central nuclear en su plenitud?
Creo sinceramente que el teletrabajo está dejando de ser una utopía como consecuencia de la pandemia de COVID-19. La tecnología hacía años que estaba preparada, pero faltaba esencialmente la confianza de los jefes y empresarios de que los trabajadores rendirán en sus casas. Las centrales nucleares no son una excepción y muchos procesos se podrán realizar desde casa, pero no todos. Existe tecnología para operar nuestros reactores remotamente, pero no se utiliza por seguridad. Los sistemas de control y protección de los reactores, lo que llamamos informática de proceso, están separados física y lógicamente de Internet, de modo que solo se puede acceder a ellos localmente. La ciberseguridad es una prioridad en las centrales nucleares.
¿Combinar las energías renovables con la nuclear o solamente energía nuclear? ¿Cuál sería la combinación ideal para España?
La combinación ideal debería ser analizada y propuesta por un comité de expertos, pero sin entrar en detalle, mi propuesta para conseguir un 100% de electricidad baja en emisiones sería un 70% de energías renovables (eólica, solar, hidráulica, geotérmica, mareomotriz y otras) con el apoyo de un 30% nuclear. Para ello sería necesario operar los actuales reactores hasta los 60 años (el 90% de los de EEUU ya tienen permiso para hacerlo) y construir unos 7 reactores más, en este caso de III Generación y con capacidad de realizar cambios rápidos de potencia, para adaptarse a la demanda y a la variabilidad de las renovables.
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¿Veremos en los próximos años nuevos avances en los reactores de fusión nuclear?
Sin duda, pero nos hemos de armar de paciencia. El ITER, el reactor experimental internacional de fusión termonuclear que se está construyendo en Francia, está comenzando estos días a ensamblar su corazón, el toroide donde se producirá la fusión. Según su programa, se espera conseguir el primer plasma en 2025 y la fusión en 2035. El siguiente paso sería realizar pruebas con DEMO, un reactor de demostración y después con PROTO, el primer prototipo comercial. Nadie espera la fusión comercial antes de la segunda mitad de siglo.
Tiene cruzado a Greenpeace, ¿qué ocurre?
Es al revés, es Greenpeace quien tiene una cruzada contra la energía nuclear. Yo solo me limito a explicar por qué esta organización se equivoca, y lo hago basándome en la ciencia y en la tecnología, no en cuestiones sentimentales. Esta y otras organizaciones no han separado el uso militar y civil de la energía nuclear (dos usos totalmente opuestos de la misma herramienta) y además lo han tomado como una forma de obtener adeptos. Mi sorpresa ha sido la ausencia de argumentos científicos y técnicos, más allá del fomento del miedo: accidentes y residuos. Pero afortunadamente cada vez les creen menos personas, así que deberían replanteárselo. Rectificar es de sabios.
Cuéntenos alguna anécdota o comentario más surrealista que haya escuchado sobre la energía nuclear, ¿qué cara pone la gente cuando dice que trabajas en una central nuclear?
Me han pasado muchas cosas surrealistas desde que comencé a divulgar, desde personas que me preguntan por mensaje privado cómo construir una bomba atómica, cómo introducir una bomba sucia en una ciudad (yo no me dedico al armamento, así que poco podría ayudarles), hasta preguntas sobre si me gustan las rosquillas (por Homer Simpson) o si tengo problemas de fertilidad (sí a lo primero, pero casi no como, y no a lo segundo). En general, cuando digo en un entorno nuevo que trabajo en una central nuclear, me preguntan si brillo por las noches y cosas por el estilo. La paciencia es clave en esos momentos.
La última pregunta siempre la dejamos para que el entrevistado comente lo que quiera. Allá vamos.
Haré un poco de Paco Umbral. Como sabéis, he presentado recientemente mi primer libro, La energía nuclear salvará el mundo, publicado por Planeta. En él explico todos los temas relacionados con la energía nuclear sin esquivar los más controvertidos (accidentes, residuos, vertidos al mar, terrorismo, ecologismo…) utilizando explicaciones sencillas para que cualquier persona sin conocimientos previos pueda entenderlo. Mi objetivo es romper mitos, aportar conocimiento y elementos de juicio para que sea el lector quien forme su propia opinión sobre el papel de la energía nuclear.
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