No existe el periodismo objetivo. Es lo que muchos pensaréis. Que los medios están comprados y cada periodista barre para su casa. Es más, cada dos por tres nos llegan fake news para beneficiar a alguien o desprestigiar a otro. Y es que, vivimos en la época de la posverdad, donde una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.
El periodismo está prostituido. El ABC es un nido de neonazis-filofranquistas, mientras que “La Secta” es el canal de los comunistas stalinistas propablistas. Eduardo Inda es el salvador de la patria azote de batasunos, catalanistas independentistas y proetarras. Berria y Gara son la principal arma de ETA donde escriben batasunos y asesinos. Y que decidir de El País, sin este medio el traidor Pedro Sánchez no estaría rompiendo España.
De lo leído arriba, ¿qué es verdad y qué no lo es? Afirmaciones que puedes leer y escuchar en los medios y redes sociales cada dos por tres. Todo de lo dicho anteriormente puede pasar por posverdad.
La posverdad
Entramos en lo que para mí, es la clave de la posverdad. La fina línea entre la opinión y la información. Decir que Berria o Gara son ETA puede ser una opinión de equis persona, a pesar de probarse que no es así. Pero su repetición hasta la saciedad sin informar de que eso es opinión de Fulano, sin argumentos ni contrastar, lo transforma en información, lo que lleva a su asunción como una realidad. Periodistas y medios con un alto número de seguidores y repercusión social son los que difunden estas posverdades sin reparo alguno.
El periodismo ha perdido rigor y ética. La mala situación del sector ha obligado a los medios a buscar el click fácil y los temas jugosos para engancharte al televisor, la radio u otra pantalla. De ahí la invención y el clickbait. También se ha optado por la teatralización. La teatralización de los sucesos escabrosos. Marta del Castillo, Gabriel, Julen… Circos mediáticos que han deshumanizado el periodismo, pero han proporcionado shares increíbles a aquellas cadenas que desean lucrarse por encima de los aspectos éticos y morales.
Todo medio de comunicación es una empresa y eso no debe de olvidarse. Como en todo negocio se busca un rédito económico y se intenta atraer al espectador de todas las maneras posibles. La culpa no es de esa reportera que han mandado a cubrir lo que pasa con el pozo o a grabar los lloros de los padres. La que deshumaniza es la que decide dar cobertura a un hecho así y de esa manera. Susana Griso o Ana Rosa Quintana, no son periodismo, son show, son prensa rosa.
«Lo ha dicho la televisión»
Y en ese show, en ese circo, te cuelan el bulo, la patraña, el chisme o la mentira. Nos tragamos estas falacias “ad verecundiam” por la autoridad del que las comunica. Si salen en Espejo Público, en La Sexta Noche; escriben en el País, en la Razón o en ABC; hablan en la SER o en la COPE; es que son alguien, gente preparada para contarnos lo que ocurre, sin tergiversar la verdad ni engañarnos.
Por suerte, hoy día, tienes infinidad de medios para informarte, para conocer la realidad. Si Pablo Casado dice que Bildu es ETA, no te hace falta más que informarte. Si Abascal te dice que la mayoría de delincuentes son inmigrantes, no te hace falta más que informarte. Vives rodeado de posverdades, de mentiras que asumimos como verdades absolutas. No te atrincheres en la caverna rodeado de ficción, sal y conoce la realidad. Te darás cuenta de que una gran parte de lo crees saber no es como te lo han contado. No pidas objetividad, pide honestidad.