El concepto de patria se relaciona con la rojigualda, con la unión, con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad Nacional y, más directamente, con el conservadurismo: dejar las cosas como están y no tocarlas, no vaya a ser que se “rompan”. La derecha española ha conseguido distorsionar el concepto de “patria” y adaptarlo, de manera progresiva, a sus necesidades, obteniendo un gran número de españoles que se ofenden, por ejemplo, ante la mención de las palabras república, referéndum o izquierda, pero que ignoraran problemas como el desempleo, la precariedad laboral o el precio de las matrículas universitarias.
En este juego de “a ver quien es más patriota”, el galardón se lo lleva la bandera. El pedazo de tela rojo y amarillo es lo único importante, lo que te identifica como español y el que te hace ser parte de una gran nación, una libre y unida. No importa que tu sueldo no llegue al mínimo, que seas incapaz de pagar los libros escolares de tu hijo o que lleves 6 meses en lista de espera para una operación, porque sigues teniendo la bandera española reluciente en el balcón. Incluso por encima del fútbol, aunque no demasiado. Porque tú eres un “español de verdad”, un español de copa de champán en Nochevieja, no como esos separatistas-independentistas que, aún estando expuestos a las mismas técnicas persuasivas que tú, sus razones carecen de sentido y su nacionalismo va en contra de todos los principios de España.
Muchos españoles se ofenden, por ejemplo, ante la mención de las palabras república, referéndum o izquierda,
La patria que define la derecha no solo ha conseguido alejar al ciudadano medio de una realidad, sino que ha fomentado el odio hacia aquellos que han venido a ganarse la vida (o a salvarla) al Estado. Este clasismo -porque nada tiene que ver con la raza, sino más bien con el dinero que se lleve en el bolsillo- ha conseguido que se abra un debate sobre si son necesarias más medidas de seguridad en una valla gigante que separa dos países, y si es moralmente reprochable dejar que familias enteras se ahoguen en el Mediterráneo. Recordad que los españoles se echaban las manos a la cabeza con el muro de Trump. Maldita hemeroteca. Ten claro que la única diferencia entre el patriotismo de Estados Unidos y el de España son los colores de sus respectivas banderas: el mismo perro con distinto collar.
Es hora de que el pueblo se apropie del concepto de patria, que se dejen a un lado las banderas y que se comience a luchar por lo verdaderamente importante: los trabajos dignos, una sanidad eficiente, pensiones y sueldos dignos, igualdad de oportunidades y una educación pública y gratuita real, no tres franjas con dos colores mal puestos, una familia inservible y, ni mucho menos, una política apoyada en el nacionalismo rancio que nos dejó la dictadura. Se ha de hacer patria aquello que nos une, aquello que se comparte. Patria querida, patria odiada.