Por Jorge Pascual
«He sido rey de España durante casi cuarenta años y, durante todos ellos, he querido lo mejor para España y para la Corona». Así acaba el comunicado que Juan Carlos de Borbón ha trasladado a su hijo Felipe para anunciarle su decisión de abandonar el país.
Sin entrar a valorar los «ciertos acontecimientos pasados de la vida privada» del monarca, que le llevaron a pedir perdón y abdicar, primero, y a trasladarse fuera de España ahora; sí que deberíamos hablar de aquellos acontecimientos públicos, pasados y presentes, que explican con mucha más certeza la decisión que ha tomado Juan Carlos, y qué pretende con ello.
Porque sí, podría importarnos poco o nada el número de amantes que Juan Carlos haya tenido a lo largo de su vida, o que fuese un apasionado de la caza y la navegación, e incluso quizás podríamos pasar por alto que fuese amigo íntimo de jeques y monarcas que no respetan los derechos humanos.
Los intereses del emérito
Pero eso no es lo que nos afecta a nosotros; lo que realmente nos importa (y las verdaderas causas que llevan al monarca a trasladarse al extranjero), es que, allá donde fuese, los regalos íntimos, las regatas, las cacerías y los contratos millonarios con jeques han sido siempre a costa del bienestar de las españolas y del propio Estado.
Tras conocer las cuentas en Suiza, las empresas offshore, las comisiones, la prevaricación o la evasión fiscal, entre otros (y todos en contra de los intereses de la ciudadanía), solo podemos pensar que, al contrario de lo que supone Juan Carlos, los intereses de la Corona y de España no son los mismos.
Y saber que, mientras que los y las españolas sufrían las peores consecuencias de la crisis de 2008 y la crisis del Covid, los reyes y su familia han mantenido su nivel de vida, sin aportar una mínima ayuda real a la población más necesitada, nos enseña que los intereses de la Corona y los intereses de España son totalmente contrarios.
PERDEMOS LOS ESPAÑOLES
A las afectadas por la hipoteca, a los engañados con los fondos buitre, o a todas las personas que en estos casi cuarenta años de reinado de Juan Carlos han acudido a un centro de salud o a un colegio público, les da absolutamente igual lo que hiciese el monarca en su vida privada. Pero no podemos tolerar que un sistema injusto, un aparato judicial lento y una clase política cómplice, permitan que una persona con ese pasado no devuelva lo que nos arrebató y que nos pertenece por derecho.
Pero hay más, en el comunicado, Juan Carlos da una mala noticia a todos los ciudadanos y dice: «deseo manifestarte [a Felipe] mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones». El rey emérito se aleja para evitar que el mismo foco mediático que acabó con su reinado acabase con el de su hijo, para permitir que el rey siga haciendo lo que hace, para que la Corona persiga sus intereses, y para que España y las españolas y los españoles sigamos perdiendo.