Agachada frente a sus padres, Asunción, santurtziarra de 60 años, limpia con un trapo la placa de mármol que los recuerda. A la derecha del nicho, bajo los nombres, la joven Nieves posa sonriente en una foto de cuando llegó a Bizkaia desde su Málaga natal, su hija dice que serían mediados de los cincuenta. Coloca unos claveles blancos y amarillos en la sepultura, ya no volverá hasta el otoño que viene, cuando se vuelva a acercar el Día de Todos los Santos. Un día para el recuerdo de los difuntos que el año pasado dejó escasa afluencia en los cementerios debido a la covid-19, pero que este curso recobrará la normalidad.
El 1 de noviembre es la fecha marcada para visitar a quienes ya no están. Un día que se adelanta varias jornadas y provoca trasiego en los camposantos durante toda la semana. El cementerio municipal de Barakaldo muestra una imagen muy colorida, donde los nichos y panteones se encuentran decorados por flores y velas. “Para mí es importante venir por lo menos una vez al año, limpiar la sepultura y acompañar a mis padres durante un rato”, explica Asunción. Es un otoño especial para ella, ya que en 2020 no se acercó al cementerio por las restricciones de movilidad. La vecina de Santurtzi recuerda que si bien se ha perdido la costumbre de “acompañar a los que ya no están”, supuso para ella “una gran tristeza” no visitar la tumba.
Román, que también descansa en el cementerio de Barakaldo, falleció el mes de abril de 2020 a causa del coronavirus y fue enterrado junto a sus padres en un nicho. Allí, Begoña, de 83 años, limpia la placa de forma enérgica. Cuando murió su marido se mudó a Basauri para vivir con su hijo, y tampoco pudo acercarse al cementerio el año pasado. “Me siento aliviada de estar aquí junto a él, son días para recordar a los que queremos”, dice Begoña. Oscar, su hijo, espera fuera del camposanto ya que no se siente cómodo frente a la tumba de su padre. La mujer cree que “cuando yo me muera no vendrá más a la tumba, pero mientras tanto le obligo a traer flores una vez al año”.
Despedida del ser querido
Xusa Serra, enfermera de la unidad de acompañamiento a las enfermedades y el duelo del Hospital Universitario General de Catalunya, explica que “aunque el cementerio esté abierto todos los días, el 1 de noviembre se produce un reconocimiento especial hacia los difuntos”. Durante los meses más duros de la pandemia, algunas familias se han visto privadas de cuidar y acompañar a las personas en el final de la vida, y por ello considera tan importante la vuelta total a los cementerios. “Cuando alguien que fallece tiene un significado generoso y amado, tenemos la necesidad de quererlo y recordarlo”, señala Serra.
El Día de Todos los Santos supone el reencuentro de muchos familiares que se concentran alrededor de la tumba de un ser querido. A pesar de que en España casi el 45% de los fallecidos fueron incinerados en 2020, Serra reivindica la importancia de los camposantos “para que cualquier persona se pueda acercar a dar un último adiós o superar un duelo complicado”. Por ello, este 2021 la vuelta a los cementerios se toma con especial ilusión porque con la pandemia “hemos aprendido a valorar muchas más cosas, y recordar a los nuestros es sumamente importante”.
Asunción y Begoña son algunas de las miles de personas que estos días pasan por los cementerios vascos. Flores, velas y todo tipo de recuerdos adornan los panteones y los nichos con motivo del Día de Todos los Santos. Las restricciones que vaciaron el año pasado los camposantos desaparecen para que la compañía y el cariño llegue hasta los que ya no están junto a sus seres queridos.