BIHAR: la escultura ahogada de Rubén Orozco

BIHAR, RUben Orozco

La obra de arte, situada en la ría de Bilbao, cerca del puente Zubizuri, ha sorprendido a los transeúntes de la ciudad, descubriendo una cabeza de más de dos metros de diámetro oculta en el agua, siendo visible tras bajar la marea

La escultura BIHAR ha sido realizada por el escultor hiperrealista mexicano Rubén Orozco, en colaboración con BBK. Según el autor, la obra es un “ejercicio de pausa”, en el que se puede apreciar como nuestro día a día está “cambiando” e ideal para poder realizar una “reflexión futura sobre lo que puede suceder si seguimos apostando por modelos no sostenibles”.

La estatua se trata de una niña de pelo marrón y ojos oscuros que mira hacia el cielo, rodeada de agua y a punto de ser cubierta por la misma (que dependerá de la marea). Su expresión puede mostrar miedo, desesperanza o neutralidad. Así lo afirma Orozco, que asegura que “El futuro de BIHAR [la estatua], nuestro futuro, está en el presente”. Pero sobre todo se trata de una escultura con la expresión de toda una generación venidera.

 Desde la entidad BBK han lanzado una página web en la que expresan lo siguiente: “Vivimos en un mundo en el que la velocidad, la inmediatez o la facilidad determinan muchas de nuestras decisiones. Este mismo ritmo acelerado de vida hace que los cambios que ocurren a nuestro alrededor muchas veces pasen desapercibidos”.

 Asimismo, Orozco comenta que se trata de una obra “distópica” que de la mano de prospectivas y expertos futuristas plantea un escenario plausible de la sociedad del mañana. Además, el artista coloca al espectador en un tiempo de observación “limitado”, porque BIHAR se podrá ver en un periodo de plazo no muy amplio.

Otras colaboraciones

A pesar de la repercusión de BIHAR, el artista mexicano ya ha colaborado con la entidad BBK y sus obras de arte se han dejado de ver por Bilbao. Hace dos años en redes sociales se viralizó una escultura hiperrealista de una anciana sentada en un banco con la mirada perdida en un banco, delante de la ría.

La anciana verdadera, la de carne y hueso y por decirlo de alguna manera, no podía parar de tocar a su doble. La escultura buscaba promover el mensaje de la situación actual que viven los ancianos (sobre todo a raíz de la pandemia): “La soledad de la vejez”. En Cultura inquita definían la obra de la siguiente manera: “esta ‘Mercedes’ seguirá aquí, acompañada por los curiosos; la otra, la de verdad, vuelve a su casa sola”.