Asiria Álvarez: «Mis fotografías no son ajenas a mí, son parte de mí»

Asiria Álvarez (Gran Canaria, 1992) estudió Diseño Gráfico y en su último año se topó con la fotografía. Gracias a las redes sociales y a su círculo cercano comenzó a ser parte de sí misma, una actividad que engloba lo lúdico, lo profesional y hasta lo terapéutico, con cada vez más mensaje político dentro de sus marcos y con influencia del movimiento feminista que, según ella, tanto apoya y defiende. Fotografías que son, ni más ni menos, retratos de sus propias experiencias, sentimientos y emociones.

¿Qué tratas de comunicar con tus fotografías?

Suelen tener un mensaje muy político, que tiene que ver con mi vida, con todo lo que me sucede, todo lo que sucede a mi alrededor, en la sociedad en la que vivo. Mis fotografías no son ajenas a mí, son parte de mí. Cuenta un trocito de mi interior, por así decirlo. Con ellas, trato de intentar crear un poco de debate social, intentando también que ese debate sea bello, sea armonioso, que entre dentro de lo que es el mundo artístico, en este caso la fotografía. Intento que tengan la parte de un mensaje fuerte y la parte de una armonía visual, que te den ganas de consumirlo y de verlo.

¿Por qué hay una mayoría de modelos femeninas?

[En general] El papel de la mujer en el arte siempre ha sido de musa, de modelo, no de creadora. No hace muchos años tenían que ponerse un sobrenombre masculino para que su obra pudiera prevalecer o ser visible de alguna manera.

En mi obra, simplemente, hay más modelos femeninos porque mis fotografías están basadas en mi propia experiencia y las experiencias de las mujeres que me rodean. Intento contar la historia desde la perspectiva de la mujer, que creo que es necesario. Es el momento de que contemos nuestra visión de la historia, la que siempre ha sido contada por los hombres, por los vencedores.

¿Referentes femeninos?

He tenido referentes femeninos, pero porque también he empezado tarde a dedicarme a la fotografía. Desde hace 4 años se han visto más referentes a las redes sociales, sobre todo, aunque no tanto fotógrafas en el contexto histórico. He tenido la suerte de encontrarme con gente que, como yo, hace sus obras en redes sociales. Gracias a ellos podemos darnos visibilidad y terminar inspirando a otras mujeres. Es lo que pasó en mi caso: después de ver tantas fotografías de mujeres, tantos autorretratos, pues al final me ha inspirado, no solo a la hora de hacer fotografía en sí, sino a llevarlos a un lado más político, algo más arriesgado y que no solo sea un cuerpo, una cara bonita y una pose ideal.

¿Con que trabas te has encontrado a la hora de sacar adelante tu carrera artística?

No ha sido en concreto nada relacionado con que no me den un trabajo por ser mujer, o no lo he notado yo. Pero sí que ha sido en un ámbito más sexual. Desde mi cuenta de Instagram o Twitter, que son cuentas profesionales, en las que enseño mi obra y me sirven de porfolio, me llegan mensajes sexuales, fotopollas, insultos machistas… Me imagino que también vendrá relacionado porque mi obra tiene un mensaje político, uno que puede molestar. También he tenido algunas experiencias del tipo que me contrate algún hombre para hacerle fotos y que realmente la intención no fuese hacer fotos, sino tener relaciones sexuales conmigo, algo más allá de lo estrictamente profesional. Esto no les pasa a los hombres que se dedican a la fotografía.

¿Dificultades para trabajar?

La falta de tiempo, por tener que dedicarme al diseño gráfico. Me alegra por otra parte porque es una de mis pasiones. Cuando llegó la cuarentena, me vi en ERTE y encerrada en casa, sin poder hacer nada, pero mi obra tuvo un salto, en cuanto a mensaje y en cuanto a calidad. Fue gracias a tener tiempo libre. Hay muchos artistas, y yo entre ellos, que no pueden desarrollar su proyecto artístico porque tienen otras tareas alejadas del mundo del arte. Al final estás tan casado que llegas a tu casa y ni si quiera puedes crear, entonces lo dejas a un lado. El confinamiento hizo que me fluyesen las ideas y lo tuve claro: es muy difícil y casi imposible tener un trabajo que no tenga que ver con el arte, que te quita horas, y querer llevar una vida dentro del ese mundo porque no te sientes con las ganas ni con la creatividad necesaria.

¿Con qué clase de límites externos te encuentras a la hora de publicar tus fotografías?

Me encuentro con límites de censura en las redes sociales, sobre todo en Instagram. Ya me han quitado alguna que otra foto porque se veía un pezón femenino, aunque solo sea un poco, o el pubis… Las fotos no tienen nada de sexual, son desnudos artísticos. El 8 de marzo de este año me quitaron una fotografía que no tenía nada que ver con los desnudos, sino que era una crítica de autodefensa feminista, de como una mujer en los años 60 cocinaba con lejía para su marido que la maltrataba. Un mensaje fuerte pero que no deja de estar enmarcado en una obra artística y que tiene que suscitar ciertos sentimientos, aunque sean desagradables. Me la retiraron y ahora el límite está en que no estoy segura de poder hacer ese tipo de obras para Instagram en concreto, por si me cierra la cuenta, que es parte de mi medio de vida.

Fotografía de Asiria Álvarez

¿Por qué crees que hoy en día son tan poco visibles las artistas en exposiciones, en ferias y galerías?

Creo que las mujeres no tenemos todavía la base histórica para que nuestro trabajo sea íntegramente dedicado al arte, que es cuando llegas a galerías o a exposiciones. Tenemos que dedicarnos a otra cosa porque no se nos toma suficientemente en serio a nivel artístico. Además, tenemos otras cargas que son invisibles, como son la maternidad, el trabajo doméstico que nos quita un tiempo increíble, los cuidados -ya sea a hijos o personas mayores- nos dejan menos tiempo que a los varones, por lo general. Creo que todo esto hace bastante difícil que nuestra carrera despegue en comparación con los hombres que han tenido la posibilidad de desarrollar su carrera profesional durante más tiempo, en ocasiones durante épocas que para la mujer era imposible acceder a ese mundo. Ahora mismo tienen unos contactos a las que las mujeres no han tenido acceso, que no saben cómo llegar a esas galerías o esas exposiciones.

¿Soluciones?

El trabajo de que cambie el porcentaje de mujeres en ferias, galerías y demás es absolutamente social, cualquier otra manera es un parche que puede quedar genial pero que no quita el problema. Aunque las galerías y museos nos diesen más espacio a las mujeres, igualmente no llegaríamos más lejos porque existe una sociedad que nos limita. Eso es lo que hay que modificar. Por supuesto, se puede ir atajando el problema poco a poco, pero entendiendo que hay una raíz y que se debe atacar ahí, no quedarnos solo en la superficie.

Se ha invisibilizado a la mujer como productora de arte a lo largo de toda la historia. Aunque ahora desde los diferentes colectivos y asociaciones, además de las propias artistas, se ha empezado a reivindicar la figura de la mujer dentro de la producción artística, ¿hasta qué punto crees que sigue teniendo colgada la etiqueta de musa?

La etiqueta de musa sigue y seguirá durante muchísimos años. Son siglos y siglos como musa y no como artista. Que nos perciban de otra manera no se va a conseguir de la noche a la mañana, tiene que ser una lucha constante.

Hay una reflexión que hizo la modelo que sale en la fotografía que me borró Instagram el 8 de marzo. Es modelo, pero que además estuvo conmigo en todo el proceso artístico, tanto en la idea de la fotografía, en el cómo añadir los textos… Dijo que cuando subió la foto no hubo críticas negativas, en cambio cuando yo la subí sí que llegaron comentarios negativos, insultos, amenazas… Yo era la autora, era solo mía, y la modelo era simplemente una modelo, un maniquí, sin cabeza pensante, que está en la foto.

Una cara bonita…

A nadie se le ocurrió pensar que esa modelo estuvo en el proceso creativo, que esa modelo quiso hacer la foto, que pensó en la idea de la foto, que quizá pudo ser su idea… Nadie lo pensó, nadie la criticó a ella porque es imposible pensar que una modelo, una cara sonriente en una foto pueda tener esa parte creativa, esa parte de producción artística. Es importante entender que todavía estamos muy lejos de nuestro objetivo, que, aunque estemos caminando hacia él, aún nos queda un largo trecho. Me reconforta mucho, eso sí, saber que cada vez hay más mujeres que no solo están delante de la cámara, sino que también están detrás y que siguen adelante. Yo intento apoyar cualquier trabajo artístico que tenga ese contenido político de la mujer porque me parece importante para visibilizar ciertos problemas de la sociedad.