La popularidad de las prácticas BDSM se incrementa tras el “boom” de 50 sombras de Grey, pero esta película aporta una imagen distorsionada de la realidad
IKER MOJÓN
Un hombre de 46 años, alto ejecutivo de una importante empresa, cruza el umbral de una robusta puerta metálica para entrar en un cuarto de paredes aterciopeladas en un tono rojo pasión. La estancia está llena de cadenas, fustas y vitrinas con trajes de vinilo negro expuestos esperando a ser utilizados. Le espera una jovencita de veintipocos años muy atractiva, pero llena de carencias afectivas por la falta de una figura paterna y autoritaria en su vida. Juntos emprenden una aventura romántica y sexual, en la que él la domina y ella se somete, pero ambos dependen el uno del otro. Esa es la percepción de las relaciones de BDSM reflejada en los libros y posterior película de “50 sombras de Grey”, pero no hay nada más lejos de la realidad.
“Aquí te puedes encontrar de todo, en el BDSM no hay prototipo para nada”, asegura Alba Ruíz (27), domina de nombre ficticio para guardar su anonimato. “A la hora de la verdad si ya entras de lleno, te das cuenta de que hay un poco de todo”, comenta Mis Brave (24), mujer dominante que habla bajo su nombre de ama. “Dentro del marco heteropatriarcal en el que estamos, en el BDSM hay tanta variedad como en la sociedad”, Francisco García (42), hombre dominante cuyo apellido es también ficticio para conservar su privacidad. Todos ellos coinciden en que no hay un estereotipo o perfil de las personas que practican BDSM, sino que hay tanta variedad como en cualquier otro ámbito.
«En el bdsm no hay prototipo para nada», Alba Ruíz
El hecho de que estas prácticas sean aún conocidas como “sadomasoquismo” es en sí mismo una distorsión de la realidad, pues el término que englobaría toda práctica relacionada con el poder es BDSM. Estas siglas agrupan las 3 relaciones distintas que se pueden distinguir: Bondage-Disciplina, aquellas relaciones que conllevan ataduras o privación de sentidos, Dominación-Sumisión en las que hay una postura que tiene el control y poder sobre la otra y Sadismo-Masoquismo en la que el sádico siente placer al infligir el dolor y el masoquista al recibirlo. Aunque a veces se perciba como algo lejano y remoto, más personas de lo que parece lo practican. Según un estudio realizado por la Universidad de Nueva Gales del Sur (Sidney, Australia) el 1,8% de los australianos practica BDSM, lo que extrapolado a nivel mundial significaría cerca de 138 millones de personas lo practican.
La sociedad percibe estas relaciones como algo extraño, como un mundo donde la desigualdad y los estereotipos de género son perpetuados e incluso, en algunos casos, como un trastorno mental, que en ocasiones se asocia a traumas infantiles. La Asociación Estadounidense de Psiquiatria dejo de catalogar el BDSM como trastorno en 2013 en su quinta edición del Manual de Desórdenes Mentales (DSM-5). Francisco García, que es miembro de la junta de la Asociación para la Divulgación de Prácticas Sexuales No Convencionales (BDSMK), sexólogo, ingeniero madrileño y copropietario de la web “Las Velas Negras”, asegura que hay diversos estudios por los que hoy se sabe que “las personas que practican BDSM tienen la misma salud mental que las que no lo practican”. Él mantiene una relación de Dominación-Sumisión (DS) con su mujer y define estas prácticas como una orientación sexual más, en función de los estudios más recientes que dicen que la sexualidad no se limita al género que te atrae. Alba Ruíz, coincide con Francisco y también entiende el BDSM como una forma de expresión de la sexualidad: “Yo lo veo más simple que todo eso, es como una sexualidad. Es un gusto”.
¿Pero qué puede sentir una persona al realizar este tipo de prácticas, al someter o ser sometido?” “Sobre todo satisfacción. La sensación de tener el control, de ser quien dirige la acción de lo que esta pasando, me resulta muy satisfactorio”, cuenta Francisco García. “Poder, libertad y poder sacar los deseos más profundos sin sentirte juzgado”. Eso es lo que Mis Brave siente al practicarlo. “Para mí es una forma de vida que la siento más intensa y entregada que la vida vainilla”, asegura Brave Slave (31), un hombre sumiso de la domina Mis Brave. Las relaciones vainilla es el concepto con el que se define al sexo y las relaciones más convencionales en el BDSM. “Tener la incertidumbre de no saber qué pasará, estar siempre en tensión y nervioso, la sumisión es la vida que decido tener y que complementa mi ser y mi alma”, añade. Alba Ruíz lo define de forma similar, lo siente libre y como una vía de conexión con una faceta que está “pululando” en su interior.
La devoción
Poder, satisfacción, control y entrega se suman al placer del sexo o el amor en las relaciones BDSM. Entrega e incluso devoción por tu amo en el caso de las personas sumisas. Brave Slave define a su ama como “una diosa con una hermosura enorme”, para él es una figura divina, inalcanzable y omnipresente en sus pensamientos. Se entrega completamente a ella y le otorga el control de sus genitales mediante una jaula de la que ella posee la “llave que hace que su sumisión resulte placentera y liberadora”.
Mis Brave distingue tres tipos de sumiso según su devoción: los que son clientes, los que dudan y los que se entregan totalmente. Los primeros son “puro servicio” según Alba Ruíz, la ama Brave añade que en ese caso ella no se lleva nada a cambio, porque no hay una sumisión o una devoción, y por eso cobraría. Alba cuenta que ella dejó de hacerlo a cambio de dinero y que ahora tiene 2 sumisos estables, mientras que Mis Brave cuenta con 5 y además hace sesiones con otros sumisos.
¿Qué distingue entonces esto de la prostitución, si también se puede cobrar? Para ellas, la única diferencia es el tipo de prácticas, por lo demás creen que es lo mismo. “Vendes tu cuerpo para que luego se le dé un uso erótico festivo”, afirma Alba Ruíz cuando habla de las diferencias entre la prostitución y el BDSM remunerado, “es un fin erótico, da igual una prostituta que una domina”, añade. Dentro del BDSM también existen la sumisión financiera, que consiste en controlar el dinero y las cuentas de alguien.
«Es un fin erótico, da igual una prostituta que una domina»
Claro está, que eso tan solo es una parte de estas prácticas. Muchos tan solo lo hacen por gusto, sin recibir dinero a cambio, otros lo practican en el sexo de la pareja y hay quienes hacen de su pareja una relación de dominación. Francisco García mantiene una relación de dominación sumisión con su mujer que se centra en la cama, pero con algunas normas en la vida cotidiana. Por ejemplo, él decide qué ropa se compra. En cambio, la primera experiencia de Mis Brave se trataba de una relación que se daba las 24 horas del día. Ella tenía que caminar delante, terminar antes de comer, su sumiso le tenía que abrir las puertas y otra serie de normas que tal y como dice ella son “detallitos que desde fuera no se ven, pero la relación DS está ahí”.
En el imaginario colectivo, el BDSM figura como una practica violenta y agresiva, y eso lleva a relacionarlo con problemas mentales. Alba Ruíz admite que hay prácticas violentas, pero también otras que no implican violencia. “No todo es reventar a hostias”, dice. Mis Brave coincide con ella y juntas enumeran acciones no violentas: látex, caracterización, jaulas….
Para Francisco García hay de todo, prácticas más suaves y más duras. Habla de obligar a un sumiso a que te lleve el desayuno a la cama o de elegir su ropa y dice que “ahí hay cero violencia”. Pero luego habla de la otra cara de la moneda: puñetazos, patadas o secuestros y añade: “Hay gente que considera que cuando son pactados dejan de ser violentos, pero no estoy de acuerdo, otra cosa es que sea una violencia deseada y consensuada por ambas partes”.
Sano, seguro y consensuado
“Consenso», una de las palabras que más mencionaron los entrevistados y que define el BDSM. “En este mundo, si es de manera sana, lo verás escrito y escuchado en bucle porque es sexo sano, seguro y consensuado”, declara Alba Ruíz. Esas son las 3 bases del BDSM, lo conocido como el SSC. Por ello, uno de los pilares de este tipo de sexo es la comunicación. “La comunicación y consenso debe haber en todo tipo de relación”, opina Alba Ruíz, “sí es cierto que aquí las prácticas que pones en acción son prácticas que igual te llevas a la persona al otro barrio, entonces sí que hay que hablarlo, consensuarlo, poner los límites…”. Por ello, dice que de las primeras cosas que se pactan son las palabras de seguridad que determinarán el fin de la acción y añade que el BDSM está pensado para el disfrute de sus participantes, si no no vale para nada.
Sin embargo, en las relaciones convencionales o vainilla, a veces esa comunicación o esa charla de aclarar gustos o preferencias se olvida. Cada vez se denuncia más en redes sociales esa falta de comunicación, pero ¿si en el sexo tradicional falta esa comunicación, es incluso más seguro y sano el BDSM? Para Francisco García lo es, pero solo “sobre el papel” porque a pesar de que se negocie y se marquen unos límites, en la práctica no siempre se respetan, él pone ejemplos como mantener una sesión con alguien que acabas de conocer sin apenas hablar o realizar ataduras complicadas bajo los efectos del alcohol: “Se supone que no vas a hacerlo, pero la gente lo hace”.
Por ese riesgo, tanto Ruíz como Mis Brave coinciden en que hay una responsabilidad por parte del dominante hacia el sumiso, tiene que cuidarle. Francisco García coincide en que la hay. Explica que en ese momento de dominación si, por ejemplo, una persona está inmovilizada hay que preocuparse de que esté bien, pero añade que esa persona también tiene la responsabilidad de comunicarte si algo va mal.
La visibilidad
Para que todo se desarrolle correctamente hay mucha tarea de preparación e investigación, tal y como cuentan Alba Ruíz y Mis Brave. La Asociación para la Divulgación de Prácticas Sexuales No Convencionales (BDSMK) de la que Francisco García forma parte se encarga de ello, junto con otras tareas que pretenden visibilizar el BDSM y derribar estereotipos. Entre sus acciones para conseguirlo, antes de la pandemia, se encuentran: una tertulia, cursos de iniciación o divulgación, atención a consultas y relaciones con los medios. García aclara que “todo esto ayuda a tener un punto de referencia” y a que se vea que son “personas normales y corrientes”.
En su web (bdsmk.org) mencionan distintos prejuicios que se atribuyen a estas prácticas, entre ellos la desigualdad de género. Aseguran que el estereotipo que se tiene es “el del dominante maduro, rico y guapo que guía a una joven sumisa e inexperta”. Francisco García, miembro de la junta de esta asociación, explica que el BDSM se encuentra en una sociedad machista y que por ello tendrá aspectos machistas como cualquier otro ámbito y aclara que “no tiene porqué ser más machista que la sociedad en la que está”. Trata de ejemplificarlo hablando de prepararse para una fiesta. García dice que mientras un chico vistiendo sencillos que ya va arreglado, una mujer tiene que prepararse más o no irá aceptable, pero opina que eso “pasa en cualquier bar una noche”. Se muestra más preocupado por una práctica que se da en hombres sumisos, que es caracterizarse como mujer: “Les hace gracia vestirse de mujer o de doncella, les resulta humillante, y te resulta humillante porque entiendes que es una postura inferior”.
«Habrá quien siga pensando que es algo pervertido o raro, pero al menos no parece una cosa de locos o psicópatas», Francisco García
Sin embargo, cuando se habla de números, Francisco asegura que “no hay más dominantes masculinos, ni femeninas” y Alba García asegura que “practicar BDSM no es una cuestión de género”. La asociación BDSMK trata de derribar ese tópico de “hombre maduro y dominante que guía a una jovencita” y dice que no “se mantiene: hay mujeres dominantes, hay personas que dominan a otras de mayor edad”. Además, echa la culpa a “ciertos libros y ciertas películas”.
En 2011, se publicó el libro 50 sombras de Grey y pronto ganó fama y puso en boca de muchos el “sadomasoquismo”. El libro y la película aportan para algunos como Mis Brave y Alba Ruíz una visión negativa y sesgada de la realidad BDSM y piensan que ese tipo de representaciones les hacen “flaco favor”, mientras que Francisco García piensa que obviando la relación tóxica y la imagen distorsionada del BDSM, ayuda a que se normalice, y dice que lo ha convertido en algo “normal y sexy”, algo de lo que se hablaba con naturalidad y asegura que a la hora de dar charlas ayuda que los asistentes sepan de lo que estás hablando gracias a la película. Aunque no niega que es una imagen falsa, él prefiere que se conozca porque «habrá quien siga pensando que es algo pervertido o raro, pero al menos no parece una cosa de locos o psicópatas”.
“La sexología y la educación sexual nos ayudan a ser felices”
La educación sexual es desde hace un tiempo tema de debate entre los más jóvenes. Las redes sociales se llenan de mensajes que critican esta carencia en el sistema educativo.
Ander Prol, sexólogo y periodista, asegura que actualmente la educación sexual figura como una competencia transversal y esto quiere decir que cada profesor decide si quiere relacionar su contenido con la educación sexual. En su opinión, falta educación sexual y señala que uno de los planes educativos más avanzados de España es el “Programa Skolae”, el de la comunidad de Navarra, porque incluye explícitamente la educación sexual, pero “siguen siendo recomendaciones”.
Sin embargo, con España sacudida por Vox y el pin parental, la educación sexual tiene posibilidades de desaparecer de los programas educativos. Ander Prol recalca su importancia alegando que “nos ayuda a conocernos y a relacionarnos como una persona sana y de forma consensuada con otras personas” y, citando a un profesor, declara: “La sexología y la educación sexual nos ayudan a ser felices”.
Pero, ¿cuándo es el momento apropiado para enseñar a un niño sobre el sexo? Prol asegura que “cuanto antes” porque luego vienen los “desastres que ocurren por desconocimiento”.