Yazmina Vargas
La presentación del libro “Desarmar la masculinidad”, de Beatriz Ranea Triviño, atrajo a varias personas a la librería Libreramente, la más especial de Barakaldo. El aforo se completó en ambas sesiones, que tuvieron un público que absorbió cada palabra y participó activamente en el coloquio, llegando a generar un espacio de escucha y entendimiento entre iguales.
Beatriz Ranea Triviño visitó Barakaldo, el sábado 26 de junio, para presentar su libro “Desarmar la masculinidad”. La presentación fue en la librería Libreramente, donde Enya Diez ha creado una comunidad y un refugio para decenas de personas. La expectación y las ganas de escuchar sobre un tema como este a una experta fue lo que hizo posible que se hicieran dos sesiones seguidas, completando el aforo en ambos. Ranea habló de lo necesario que es acabar con la masculinidad hegemónica que tanto daño hace a hombres y mujeres.
La escritora, también doctora en Sociología y Antropología e investigadora especializada en estudios de género, compartió que dicha masculinidad es una armadura en los hombres, quienes constantemente son evaluados por el resto de hombres para ver si su “hombría” cumple con lo socialmente establecido. Están en una prueba permanente, pues tienen que demostrar constantemente que cumplen con el ideal de masculinidad hegemónica.
Visión
A lo largo del libro, Ranea analiza la posición de los hombres ante la prostitución, la pornografía mainstream o la figura del sugar daddy. Y declara que la pornografía, en la actualidad, llena un vacío afectivo sexual que no llena la educación en el colegio, porque en pocos centros escolares se trata la educación sexual. Pero que el porno se produce desde una perspectiva patriarcal y falocéntrica, reduciendo así la sexualidad al pene. “El hombre, de esta manera, vuelve a tener el poder, el control de los sitios. Elementos fundamentales en el patriarcado. La escena pornográfica les resitúa”, explicó Beatriz Ranea.
Otra de las grandes discusiones en la actualidad es la figura del sugar daddy, pues hay quien no lo considera prostitución, porque se supone que la sugar baby puede marcar unos límites. Sin embargo, la doctora Ranea opina que es una manera de dulcificar y blanquear la prostitución. “Se cambia el nombre para esconder que lo que hay detrás es prostitución. Es un juego de palabras para que no se sepa lo que ocurre”, denunció.
Es entonces cuando Ranea aprovechó la situación para advertir de una situación que se repite históricamente, y es que cada vez que aumenta la desigualdad económica se intenta legitimar la mercantilización del cuerpo de las mujeres. “Cambia el concepto de viejo verde al de buen samaritano que ayuda a las mujeres o al caballero que rescata a las pobres mujeres”, criticó.
Además, la escritora, tras estudiar durante años el modelo de socialización de los hombres, señaló que la masculinidad es rígida y que tienen una gran ausencia de referentes. Esto afecta y hace daño a los hombres porque están constantemente expuestos a situaciones de violencia de las que no quieren formar parte o no pueden pedir ayuda, porque no se les deja ser vulnerables. Y por eso, según Ranea, es necesario hablar de masculinidades, para poder transformarla y avanzar hacia otros modelos.
No obstante, a la vez que se reconoce esa cara negativa de la masculinidad, hay que reconocer los privilegios de los que hacen gala los hombres por serlo. escritora parafraseó al sociólogo y activista social Jokin Azpiazu cuando dijo que los privilegios deben reconocerse para poder desvincularse de ellos. “Y esos privilegios los tienen sobre las mujeres y otros sujetos”, matizó. Es el gran reto al que deben hacer frente, porque para las mujeres, según Ranea, la transformación implica empoderamiento. Cuando se pide transformar la masculinidad implica el desempoderamiento, porque tiene que dejar los privilegios.
Coloquio
Tras la presentación del libro se formó un bonito y participativo coloquio en el que el público expuso sus reflexiones y se llegaron a unas grandes conclusiones. Por ejemplo, que no se puede olvidar que la posibilidad de transformar la masculinidad es gracias al camino que ha abierto el feminismo, que la masculinidad rígida limita el hablar desde el “yo”, desde lo que uno siente y que los hombres tienen también que implicarse en parar los comentarios y bromas machistas dentro de su entorno, porque guardar silencio es cómplice.
Beatriz Ranea, a la que la sonrisa no falló durante la hora y cuarto de presentación agradeció la asistencia y participación del público y acabó con una gran reflexión: “Desarmar la masculinidad es urgente porque nos va la vida en ello, para que lleguen a ser hombres no violentos, más empáticos y centrados en los cuidados”.