La maternidad es una cualidad que las mujeres poseen por naturaleza. En ocasiones incluso se puede perder con el paso del tiempo, pero desde pequeñas todas han tenido una estrecha relación con la concepción. Es habitual ver a las niñas jugando con muñecos de bebes que ya crean desde la niñez una relación materno-filial.
Existen diversos métodos en los que una mujer puede quedarse embarazada o tener un hijo, pero hoy aquí hablamos de la gestación subrogada. Para ponernos en situación recordemos que esto consiste en que una mujer acceda a gestar un bebé y a renunciar a todos sus derechos, incluido el de madre, a favor de otra persona. Una práctica que nos coloca ante un dilema ético-moral, económico y legal. En la mayoría de países, entre ellos España, se prohíbe esta práctica y las familias optan por contratar madres de alquiler en estados como Ucrania.
El primer problema aparece cuando confundimos deseo con derecho. No existe el derecho a ser madre o padre y parece que cuando algo se puede conseguir a través del dinero, tendemos a considerarlo como tal. No puedo considerar un derecho a una práctica que comercializa a la mujer y la convierte en un servicio, a esa mujer que no tiene medios, a esa mujer que está dispuesta a gestar durante nueve meses una criatura para entregarla a unos desconocidos que le puedan dar de comer. Esa mujer ha perdido todos los derechos que tenía.
Otro argumento que nos venden es el altruismo. ¿Que puede haber casos en los que una conocida te haga el favor de gestar a tu hijo? Puede ser, pero una entre un millón. Los vientres de alquiler atacarían de lleno a las mujeres de clase baja, a personas en riesgo de exclusión social que se vieran en una imperiosa necesidad de conseguir ingresos. No es descabellado compararlo con la prostitución, las mujeres se acabarían ofreciendo por necesidad y no por altruismo, como nos lo venden los defensores de esta medida. Habría que preguntarle a Albert Rivera, fiel defensor de la gestación subrogada, si alguien a su alrededor estaría dispuesto a esa acción altruista. Lo dudo, no creo que naranjito conozca a personas que no pueden pagar la luz, están al borde del desahucio o cobren por debajo del sueldo mínimo interprofesional.
Una mujer de 61 años da a luz a su nieta para ayudar a su hijo gay a ser padre
Hace unas semanas los medios informaban que Cecile Eledge daba a luz al bebé de su hijo. Es decir esta mujer estadounidense se convertía en madre y abuela a la vez. Gestó a la criatura con el embrión de la hermana de uno de los padres y fue fertilizado por el esperma del hijo de Cecile. Podríamos discutir si es algo antinatural, pero yo no soy la Iglesia. El caso es que esto si es una acción altruista que ha ayudado a una pareja gay a tener un hijo. Pero estos casos son una clara minoría.
Esclavismo que nos venden como oportunidades. Una mujer que queda a merced de los “padres de intención” y de las agencias durante casi un año. Personas que decidirán sobre su alimentación o limitarán las relaciones sexuales de la gestante. De igual modo los pagadores son quienes deciden si la mujer debe abortar, sin que ella tenga opción de opinar. Un contrato con el que perderás el control de tus decisiones, de tu cuerpo y de tu integridad. Solo se me ocurre uno peor, el de vender tu alma al diablo.
El mundo está lleno de oportunidades, pero solo para los que tienen dinero. Nos esconden con palabras bonitas una realidad que nos debería indignar. A tí, mujer, te quieren esclava para que puedas satisfacer el deseo de una familia que quiere un progenitor aquí y ahora, sin reparos de soltar chequera. Y tú, que planeas contratar un vientre de alquiler, recuerda que estás propiciando la explotación, la pérdida de derechos, la indignidad y la esclavitud de la mujer. Recuerda adoptar antes de alquilar.