«El hombre viene del mono”. Así predica una de las frases peor interpretadas de la historia moderna. Quizás se deba a una mala lectura o a unos conocimientos insuficientes, pero está claro que Darwin jamás quiso decir eso al desarrollar su teoría de la evolución. Sus palabras hacen referencia a un hecho parecido en forma pero contrario en contenido. Las observaciones de Darwin dejaban claro que tanto humanos como primates poseen un antecesor común, pero no decían nada de si uno provenía del otro. De si a este último antecesor común lo podemos llamar “mono” o no, es debate para otro día.
La evolución biológica se puede definir como el cambio gradual al que está sujeto toda especie. Basta con fijarse en el entorno, son obvias las similitudes entre las variadas especies animales: plumas, pieles, patas… parecen diseños de la misma marca. Al contrario de la creencia popular, la evolución es el proceso demostrado que guía estos cambios. Que sea un hecho demostrado no significa que se haya observado directamente, ya que su escala temporal es equiparable a la creación de una estrella y desde luego dista mucho de la esperanza de vida humana. Jamás llegaremos a ver una especie evolucionar en directo de la misma forma que jamás veremos en directo la creación de una nueva cordillera.
Pero, ¿quien está sujeto al proceso de la evolución? Parece una pregunta absurda, “los seres vivos”, respondería cualquiera, empuñando la misma definición que he dado. No es una respuesta errónea, desde luego, pero, ¿y antes de que existieran los seres vivos? ¿Cuando comenzó la evolución entonces? Hoy quiero exponer brevemente un estadio teórico poco conocido del proceso de evolución de la vida, uno que se remonta a hace 4000 millones de años:
“RNA world”
La idea de que las especies han ido variando con el tiempo no es novedosa, las ideas transformistas vienen desde la antigua Grecia, donde Empédocles ya proponía una versión primitiva de la selección natural que vendría a desarrollar en detalle Darwin tantos siglos después.
Ahora bien, admitiendo que la vida surgió de la materia no orgánica, resulta difícil entender un proceso de evolución previo a la vida. Esta idea surgió del descubrimiento de la estructura del DNA, allá en los años 50. En su momento fue rápidamente desechada por falta de rigor científico, parecía ciencia ficción la existencia de un proceso de evolución previo a existir aquello que ha de evolucionar. Pese a todo, la idea fue haciéndose paso hasta quedar prácticamente aceptada por consenso a dia de hoy. Se trata del “RNA world” o “mundo de RNA”, en español.
La Tierra hace 4000 millones de años no era el paraíso azul que tenemos en mente. Era lo más parecido a un infierno. Pese a la enorme cantidad de agua, la temperatura del globo era tal que los océanos hervían formando gigantescas tormentas incesantes. Sumando a esto la gran actividad volcánica, es difícil imaginar que una de las bases de la vida emergiera de aquí, tal y como sostienen justamente los detractores de la teoría. La inestabilidad de la primitiva Tierra es un arma de doble filo para el mundo de RNA; quizás impulsó su creación, pero también pudo destruirlo por completo.
Siguiendo la teoría, gracias a la gran actividad química de la Tierra prehistórica se pudo formar una molécula con capacidad para guardar información, el RNA (ácido ribonucleico), la contraparte “simple” del conocido DNA. Al contrario que el DNA, el cual se asemeja a una cremallera por su estructura de hélice doble, el RNA es una molécula de cadena única. Es decir, se trata de la forma más simple para guardar información; una cadena de texto escrito con un abecedario de tan solo 4 letras: adenina (A), guanina (G), citosina (C) y uracilo (U).
Para que esta molécula pudiera triunfar en un ambiente tan hostil, nos falta un importantísimo detalle. Este RNA primigenio debía llevar la información para copiarse a sí mismo, de modo que no desapareciera. Es decir, debía cumplir el objetivo más primordial de la vida, la reproducción. ¿No recuerda esto acaso a cualquier ser vivo actual?
Al tratarse de algo que se asemeja a una forma de vida, podemos extrapolar que también debe ser sujeto de evolución. La copias del RNA primigenio no serían perfectas siempre. De vez en cuando se harían errores, tanto cambiando el orden de las letras como añadiendo nuevas o incluso desechando algunas. Tergiversar la información haría “evolucionar” poco a poco al RNA. Siguiendo el argumento enseguida nos daremos cuenta que este es un posible origen para la vida, basta con añadir suficientes elementos a nuestra cadena como para ser capaz de escribir a un humano moderno.
¿Dirección?
Resumiendo, la evolución es un proceso que siempre hemos ligado a la vida, pero antes de existir la primera célula, el RNA ya estaba presente para darnos una lección de “selección natural” escrita con un alfabeto de tan solo 4 letras. En una sopa de RNA puede que se hallen nuestros progenitores más antiguos, aquellos que compartimos con todos, monos incluidos. Puede que nunca sepamos si realmente existió el mundo de RNA o de cuales son realmente los mecanismos de la evolución. Durante milenios seguiremos discutiendo si realmente existe la evolución. Quizá el mono del futuro venga del hombre. Y a pesar de todo solo una cosa es segura, existimos, luego evolucionamos.