El Congreso de los Diputados se convierte falsa escenografía
Las entradas para ir a ver el espectáculo en el circo ya se acabaron hace tiempo. Ahora la gente sigue la investidura desde sus televisores. Los payasos salen uno por uno a la tribuna a dar sus monólogos como si del club de la comedia se tratase. Risas, abucheos, gritos… todo un éxito. Lástima que el Congreso no fuese pensado para estos espectáculos. Bueno, quizá sí.
La palabra España la siguen repitiendo constantemente todos los políticos, como si tuviese algún poder mágico que les permita tapar la gran cantidad de mentiras y tonterías que escupen. Sin embargo, los que parece que van a ser los nuevos socios de gobierno son más de “hablar de los problemas reales de la gente”. Eso está bien, pero con sólo hablar no sirve, y con las políticas superficiales que puedan aplicar los partidos socialdemócratas dentro del marco del sistema actual, sigue siendo demasiado insuficiente.
Además, sólo hay que mirar un poco la historia reciente de España para ver que los gobiernos del PSOE y sus políticas, más que beneficiar a la clase trabajadora, la han perjudicado y han beneficiado a los de siempre. Véase, por ejemplo, la “flexibilización del mercado laboral” de 1984, o la de 2010, que dieron rienda suelta a la precarización masificada y a los EREs. Nos ponen cara bonita y sonríen para la foto en el Congreso, pero debemos tener en cuenta que los intereses van más allá de los partidos: lo que acaba configurando las políticas que se aplican son intereses de clase. Y la clase trabajadora no tiene espacio ahí para defender sus intereses. Ya lo decía Eduardo Galeano: “si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido”.
Pan y circo
Resulta extraño, además, el profundo amor que se profesan ahora Iglesias y Sánchez, como una parejita que por fin pueden hacer pública su relación. Sabemos, sin embargo, que es por pura conveniencia. La pareja idónea de la patronal era Sánchez-Rivera (como ya dijo en su momento Josep Oliu, presidente del Banco Sabadell, “necesitamos un Podemos de derechas”), pero no daban los números, y cuando Rivera creyó que podía tomar su propio camino y desobedecer a sus amos, se convirtió rápidamente en el juguete roto de la patronal. Así le fue las últimas elecciones.
Aun así, no podemos decir tampoco que el gobierno de coalición con “terroristas”, “etarras”, “comunistas”, “asesinos”, etc. le haga mucha gracia a la Patronal. Pero tampoco están muy asustados: saben que no se les puede poner en jaque desde el mero parlamentarismo y la legalidad vigente.
A quien no le gusta este pacto es a la derecha española. El nuevo juguete de la patronal tiene garras más afiladas y dientes más largos. VOX ya está aclamando por un “levantamiento popular” contra el nuevo gobierno. Un 18 de julio marca blanca, básicamente. Otra pataleta en el circo.
Vivimos buenos días para la comedia. Y la verdad que sin comedia este show no hay quien se lo trague. En un país donde el humor está tan limitado y censurado, creo que con unas terceras elecciones nos haríamos unas buenas risas. Pero bueno, parece que esta sesión ya ha acabado. Veremos cómo sigue el circo en los siguientes cuatro años (si dura). Eso sí, las risas seran sempre nostres.