Es 31 de octubre. Todos tus amigos tienen disfraz para dar sustos toda la noche y sacarse una foto para Instagram. Se han pintado la cara de blanco y rojo y les ha quedado un Joker muy de IT, muy de Harley Queen en sus malos años, casi Annabelle. Otros llevan guadaña porque son la muerte. Llevan colmillos porque son licántropos y cuando salga la luna se van a cazar ovejitas al bosque. ¿Y tú, qué? ¿Quieres dar miedo y ternura y pena y disfrutar de la noche también? Disfrázate de antidisturbios.
Colócate una porra en la mano, como si fuese una extensión de tu propio cuerpo. Cuélgate un cañón modo bandolero que huye a caballo por la meseta ibérica. Ponte unas botas negras y un uniforme oscuro con un número indescifrable en las espaldas. Enfúndate unas esposas de decorado: no las vas a usar, a ti te valdrá eso de hacer giratorios los hombros de tu retenido y detenido. Enchúfate unas vitaminas. Tres cafés para aguantar la dura noche. Otras pocas vitaminas. Apunta a los ojos con el cañón.
Sal a sembrar el miedo. Este Halloween disfrázate, de antidisturbios.
Si alguien te pide fuego, te pregunta la hora o respira cerca de ti, pégale un porrazo en el lomo, ya verás qué miedo. Este Halloween, persigue a abuelas por las calles. Esta madrugada sal de casa sin identificación y vuelve a casa en un taxi con la puerta abierta. No te dejes exorcizar: que te acepten tal y como eres con esos movimientos extraños en el cuello y la mandíbula. Que nadie te diga lo que es y lo que no es una actividad paranormal. Y por supuesto, no dejes que den al Rec. Que no te pillen pisando la cabeza de ningún amigo. Porque somos todos amigos, ¿no?
Este Halloween disfrázate de antidisturbios. Sin truco ni trato: llévate a todos por delante.