Mutilación genital: el estigma femenino

Mujer sostiene una cuchilla
Todos los 6 de febrero desde 2002 se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina

La figura de la mujer siempre ha tenido una posición pasiva, ha estado presente pero nunca de manera relevante. A lo largo de la historia, se le ha impedido tomar decisiones que, ya no solo acontecían al espacio público, sino también a su privacidad, en especial respecto a su cuerpo.  Hablemos de mutilación genital y estigma femenino.

El debate sobre el cuerpo femenino sigue hoy abierto, se cuestiona la capacidad de la mujer para saber qué le conviene o no; si debería tener un hijo o, incluso, cómo debe disfrutar de su sexualidad. Uno de los grandes retos a los que se enfrentan las mujeres, en su mayoría pertenecientes a comunidades pobres y culturalmente alejadas de lo que se conoce como primer mundo, son las prácticas de mutilación genital femenina. Prácticas que han afectado, según datos de UNICEF, a más de 200 millones de niñas y mujeres. Para poder colaborar en una lucha cuyo mayor enemigo está arraigado en las tradiciones culturales y sociales de miles de generaciones, es primordial comprender por qué se llevan a cabo y las consecuencias que ocasionan en las mujeres.

origen

Aunque la ablación del clítoris tiene un origen desconocido, es anterior al cristianismo o al islam. en la década de los cincuenta, se practicaba también en Europa Occidental y Estados Unidos, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). El término mutilación genital femenina (MGF) fue introducido por el movimiento feminista de los años 70.Enfatizando en la palabra “mutilación”, de la violación a los derechos fundamentales que supone para las mujeres y niñas sometidas a esta práctica.

De acuerdo con UNFPA, existen cuatro tipos de MGF: los tipos I y II, los más comunes. Se basan en el corte total o parcial del clítoris y la resección de este junto con los labios menores, respectivamente. El tipo III, consiste en estrechar la apertura vaginal, cortando y recolocando los labios menores o mayores, a veces cosiéndolos, con o sin mutilar el clítoris. El tipo IV, el menos común, engloba a todos aquellos procedimientos perjudiciales para los órganos femeninos con fines no médicos, como el raspado, la perforación o la cauterización de los mismos.

control de la sexualidad

Las causas que llevan a realizar la mutilación de los órganos femeninos, generalmente a niñas de entre 4 y 12 años que pueden llegar a ser intervenidas más de una vez en su vida, vienen dadas por el intento del control de la sexualidad de las mismas. Llegar virgen al matrimonio en muchas comunidades se considera una cuestión de honor. Otra de las razones de más peso está relacionada con la creencia de que los genitales femeninos son órganos sucios e impuros se considera más higiénica a aquella mujer que esté mutilada, además de que estarlo o no constituye un factor de madurez, ligado a pertenecer o no la comunidad. Una niña no puede ser considerada adulta si no ha sufrido una MGF. De nuevo, mutilación genital y estigma femenino.

Asociaciones como AMREF Salud África alertan de las consecuencias que trae consigo la mutilación genital. Sangrados, trauma psicológico, infecciones, además de complicaciones manteniendo Relaciones sexuales o durante el parto. La posibilidad de muerte por hemorragia o por una infección generalizada se incrementa según el tipo de mutilación realizada.

La MGF no es una práctica exclusiva del continente africano, como comúnmente se cree. Aunque este tenga el número más alto de países en los que se practica (29 en total): en regiones de América del Sur, como Colombia, Ecuador o Perú; algunos grupos étnicos de países asiáticos (como Malasia o Sri Lanka); e incluso países pertenecientes a Europa del Este.

La solución a esta violación de los derechos fundamentales de las mujeres, promovida por asociaciones como AMRF o Médicos del Mundo, se encuentra en la educación sexual. Educación no sólo destinada a las afectadas, sino a los hombres que toman las decisiones por ellas,  y  en los Ritos de Paso Alternativos, que mantienen la carga cultural del tránsito de niña a adulta, pero obvia la MFG.

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