Martxelo Otamendi (Tolosa, 1957) es periodista y fue director del periódico Euskaldunon Egunkaria desde 1993 hasta que en 2003 se decretó su cierre por orden judicial. En la actualidad, es director del periódico Berria y uno de los profesionales más reconocidos y experimentados de la prensa vasca. Rememoramos con él los primeros años del siglo XXI, que marcaron un antes y un después en Euskal Herria, en los medios en euskera y en la propia vida de Otamendi. Tampoco dejamos atrás la actualidad y el periodismo independiente.
La primera pregunta, para entrar en calor: ¿Hay libertad de expresión y prensa en el Estado español?
¿Qué es para Martxelo Otamendi hacer periodismo independiente?
Para poder hacer periodismo independiente es importante el tamaño del medio y una solvencia económica, que se pueda llegar a final de mes sin estar pendiente de la publicidad. Y tener el coraje de saber que tus informaciones no van a gustar a banqueros, sindicatos, Gobiernos o entidades municipales. Se supone que los medios alternativos se diferencian del resto porque informan sobre cuestiones de interés público, que otros no indagan porque están bajo la presión de las grandes corporaciones. Gracias a la digitalización y a la habilidad que tenéis muchos, hay un tipo de gente que accede a una información que antes no podía.
¿Qué importancia tiene el ‘Berria-lagun’ hoy día para el periódico y el modelo empresarial?
Berria-lagun supone para nosotros el 10% de los ingresos del presupuesto del diario. No queremos cerrar la web porque es importante que el euskera tenga presencia, y si cerrásemos con un muro de pago, tendríamos menos vistas y habría menos usuarios en euskera. Nosotros queremos que el euskera tenga presencia en Internet. El Berria-lagun está generalmente enfocado a los lectores de la web, no a los suscriptores del diario que ya pagan 400 euros todos los años y sería sangrarles volver a cobrarles. A la gente que entra en la web, les decimos que esto tiene un costo y que nos ayuden. La clave de esto es que hay un porcentaje de la población que cree en el proyecto.
En 2003 se ordenó el cierre de Egunkaria por orden judicial, alegando cooperación y financiación hacia la banda terrorista. ¿Crees que esas fueron las causas que motivaron el cierre?
¿Sospechabais algo antes de la detención?
A mi me pilló de sorpresa, porque estaba dando una conferencia en Azpeitia el día de la detención, sobre la situación de la prensa vasca y del quiosco vasco. A la salida, los organizadores me dijeron que habían visto en la plaza a unos hombres con gorras americanas de teja y cuellos levantados que eran sospechosos. Tomamos un pote, algo muy típico aquí, y a la salida hacía Tolosa vi que se me ponían un coche delante y otro detrás, y en un sándwich de coches me llevaron hasta casa. Me identificaron y nadie dijo nada. Yo, en mi inocencia, tampoco le di mucha importancia. Podía haber llamado a mi gente diciendo que me habían seguido, pero no, tampoco llamé a mi abogado. Pensé en dejarlo para el día siguiente en el trabajo.
Y entonces la detención.
Tras pagar la fianza te dejaron libre.
Estuve en la cárcel solo cinco horas, el tiempo que el juez necesitaba para hacer los papeles, tras pagar mi familia 30.000 euros. Salí a la calle un martes a la tarde y en el informativo de Teleberri de Euskal Telebista conté lo que me habían hecho y es lo que creó más terror. Al salir a la calle conocí ese proceso de solidaridad. No podía salir de lo que el juez llamaba el territorio nacional, y me pasé dos años dando vueltas, conociendo zonas de España donde crees que no va a haber solidaridad contigo, pero la hay. Aunque nos hicieron pagar un peaje muy caro, seguimos haciendo un periódico en euskera.
Torturados por el Estado por trabajar en un medio de comunicación. ¿Habría que recordarlo más?
Estuvo muy presente cuando tenía que estarlo, yo tampoco quiero ser una víctima profesional, que es una expresión que usan las víctimas de ETA. En nuestro caso ya hubo la solidaridad que tenía que haber y no me quejo de que ahora no se hable de esa cuestión. Me parece lógico que haya muchos jóvenes en Euskal Herria que no sepan lo que pasó con Egunkaria.
«El cierre fue una injerencia en la libertad de prensa», dice el veredicto final. ¿Un error que costó demasiado caro?
¿Fue el cierre de Egunkaria un ataque contra el Euskera?
La Guardia Civil tenía un empeño en criminalizar el mundo de la euskalgintza social. No la institucional, porque esa está recogida en las leyes y en el Estatuto de Autonomía, que explica cómo le corresponde al Gobierno Vasco la promoción de la lengua del euskera. Pero luego tenemos lo que denominamos los movimientos ciudadanos que son colectivos. Había un empeño desde la Guardia Civil en decir que ETA estaba interesada en la promoción del euskera y que por ello tenían los tentáculos en los medios de comunicación en Euskadi. Juan Mari Torrealdai siempre lo ha explicado en esa vía, insistía más en la criminalización del mundo del euskera. Fue un ataque al euskera, a la libertad de expresión, a tener medios de comunicación propios, a los 150 trabajadores que se quedaron en el paro y se rompió la ilusión que en los años 90 se puso en marcha gracias a mucha gente.
En octubre del 2012, el Tribunal de Derechos Humanos Europeos, condenó al Estado español por no haber investigado de manera efectiva las denuncias de torturas. ¿Notas algún cambio en tu imagen pública e institucional?
Necesitábamos esa sentencia absolutoria porque mucha gente había puesto su confianza en nosotros. Cuando te están acusando de ser el director del diario de ETA y aunque lo argumentes cien veces, si tienes el aval de la justicia diciendo que el cierre no tiene cobertura constitucional, eso te da mucho más apoyo porque presentas la sentencia. Yo ahora me presento con dos sentencias: la absolutoria de Egunkaria, que dice que no soy miembro de ETA y otra que condena al Reino de España por no haber investigado la denuncia de tortura.
Hoy en día, sin ETA, ¿es imaginable un cierre similar?
Las redes sociales se han convertido en el nuevo altavoz, incluso una nueva forma de comunicar e informar. ¿Son la herramienta del nuevo periodismo?
Es un invento buenísimo que está dando la oportunidad de ejercer de periodistas a gente que sino no podría hacerlo. Nosotros montamos Berria con 5 millone de euros que nos dio la gente, pero nos lo dio la gente porque se había cerrado Egunkaria. A ver quien logra en un medio alternativo conseguir ese dinero y contratar a 150 personas. Eso era un club muy exquisito. Esto nos hace espabilar a los medios tradicionales, amplia el colorido de la oferta informativa y muchos de ellos se están convirtiendo en referenciales. Publicando escándalos, como eldiario.es. Eso es buenísimo para la libertad de expresión. Lo importante es que duren, y que con el tiempo la gente lo valore y deje su dinero ahí para pagar sueldos.