Este sábado se jugó la final de Copa de la Reina en el estadio Nuevo los Cármenes (Granada) y tuvo un aforo de 17.550 personas, mientras 1,6 millones de espectadores lo siguieron por televisión, el 14,8% share, según informa la Federación Española. Y es que esta temporada ha sido un gran escaparate para el fútbol femenino donde hemos visto 48.121 personas en Sán Mamés, que fue récord de asistencia en un partido de fútbol femenino en España hasta que 60.739 aficionados abarrotaron el Wanda Metropolitano en el Atlético de Madrid-Fútbol Club Barcelona.
No cabe duda de que si se suscita el espectáculo el aficionado acude al campo y disfruta de igual modo con el equipo femenino que con el masculino. Uno de los problemas principales que se encuentra el aficionado es el lugar de juego. Ningún equipo femenino de la primera división española juega en el estadio de su homónimo masculino. Normalmente juegan en las instalaciones deportivas del club que se encuentran alejadas del centro de las ciudades y supone un desplazamiento incomodo al espectador, si se consigue aglutinar a un millar de personas se dan las gracias. Ya solo la espectacularidad del recinto es uno de los factores que atrae a los más jóvenes -e ir a ver un partido a un campo de hierba artificial con 800 asientos no impresiona.-
En cuanto a los salarios no podemos pretender una equiparación cuando los ingresos del sector masculino son altamente superiores, pero tampoco se puede permitir la precariedad que en este caso sufren las futbolistas. Un 49% de las futbolistas no cobra por jugar y un 87% finalizará su carrera deportiva antes de cumplir 25 años por la poca o nula remuneración económica que perciben, según un estudio del sindicato internacional de futbolistas (FIFPro). En España está pendiente la profesionalización del fútbol femenino que si no se ha llevado a cabo es por la indiferencia de la Federación y de los clubes millonarios que no han visto negocio en ello.
Ser profesional era difícil y lo sigue siendo. Hay pocas jugadoras en España que consiguen hacer una profesión de este deporte. El resto, por mucho que quieran, siguen siendo amateurs, no cobran como profesionales y sus medios tampoco lo son. Hay muchas futbolistas que compaginan el fútbol con otro trabajo o que deben seguir estudiando porque si consiguen vivir del fútbol, tras la retirada no acumulan las cantidades que cualquier futbolista masculino puede conseguir para vivir desahogado.
«No soy optimista con el futuro del fútbol femenino» Javier Tebas, presidente de la Liga de Fútbol Profesional
Muchas jugadoras cobran en base a un salario de 2 horas diarias que se traduce en nada. Sin una regularización clara se va a seguir cobrando los mismo, cotizando horas que no serán suficientes. Los clubes no quieren contar la realidad. Tampoco entrenan 10 horas semanales, hacen trabajo preventivo, gimnasio y tratamiento. No trabajan 2 horas al día. Se cuidan, tienen citas médicas y eso es parte de su trabajo. Cuando juegan fuera están 30 o 40 horas fuera de casa, por trabajo. Ahí es necesario llegar a un acuerdo.
La clave pasa por crear un negocio sostenible. Una liga competitiva, en estadios que inviten al espectáculo y con precios populares. Si San Mamés, el Wanda Metropolitano o el Ciutat de Valencia se llenan con las chicas, ¿porqué no pueden jugar toda la temporada en esos estadios? La principal equiparación respecto al fútbol masculino debe ser la repercusión de los medios. A más influencia en los medios más fácil será atraer al espectador que podrá seguir e interesarse por su equipo. Profesionalizar los equipos para que el fútbol femenino sea un trabajo rentable y poder atraer futbolistas de otros países que contribuyan al espectáculo. El fútbol femenino está en auge y de todos depende su evolución. Señor Florentino puede invertir en fútbol femenino, no le supondrá una gran perdida. Profesionalicen el sector, pongan a disposición los estadios y quizás, así, sea cuando los niños y niñas dejen de fijarse en los Messis y Ronaldos de turno para tener como referentes a Vero Boquete o Ada Hegerberg.