Los chavales se juntan debajo de tu casa para echar unos petas, tu vecino tiene 2 plantas en su balcón, cuando vas a trabajar ves a jóvenes liando porros en el tren antes de llegar a clase y si metieses mano en la mochila de tu hijo quizá te llevases una sorpresa. Aún así a ti te parece grave, un delito, un acto satánico, que los chavales se droguen. Pero allí estás tú, a las 6 de la tarde de un martes cualquiera fumando y bebiendo en el bar de abajo.
El cannabis se usó de forma medicinal hasta bien entrado el siglo XX. Hasta que la Convención Única sobre Estupefacientes de la ONU lo situó en 1961 en el mismo nivel de peligrosidad que la heroína. La única realidad es que no sabemos si la marihuana tiene efectos curativos pero tampoco si los tiene dañinos. Para unos, se trata de una sustancia peligrosa que, como cualquier otra droga, crea dependencia y comporta una serie de riesgos que no se pueden pasar por alto. Otros, en cambio, defienden el uso lúdico con el argumento que no tiene nada que ver con la heroína, las drogas sintéticas e incluso el alcohol.
El consumo de cannabis ha aumentado ligeramente en los últimos años en España hasta situarse en un 9,1% de la población adulta. En España existe un mercado normalizado en torno al cannabis. Pero está desregulado porque es ilegal. Es la ley más infringida de nuestro país. Esto deriva a un mal mayor del que tenemos poca información. No se está pudiendo crear una fuerte industria cannábica que crearía miles de puestos de trabajo en todos los sectores. Desde la producción en los campos agrarios, pasando por la elaboración, hasta llegar a su distribución.
Lo innegable es que se ha convertido en un negocio sumamente lucrativo para los países que aprueban su uso, sobre todo en los que es posible su uso recreativo. Canadá es uno de esos países acaparando la producción de marihuana en todo el mundo. Cuatro empresas canadienses son las que hacen posible este envío masivo y control casi total de las exportaciones. Todas ellas nacidas en el territorio canadiense y generadoras de miles de millones de dólares gracias a sus importaciones masivas.
“Es la industria del futuro y los países europeos ya están listos para tener un fuerte mercado de cannabis medicinal. Y esto sólo es la punta del iceberg», señala el director de negocios de Tilray(empresa canadiense) en Europa.
España se está quedando sin su parte del pastel. El 90% de lo que se vende en los coffee shop de Holanda llega desde diferentes comunidades de España. David Pere Martínez Oró, coordinador de la Unidad de Políticas de Drogas de la Universidad Autónoma de Barcelona, concluye que el Estado español ingresaría hoy más de 3.300 millones de euros anuales en concepto de impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social. Pero de momento nada, nos vamos hundiendo en otra recesión económica mientras desperdiciamos ingresos, trabajos y calidad de vida.
“El negocio está ahí. Hay que darse prisa. El problema es que se lo queden las farmacéuticas.», Sergio Gonzalez, cultiva desde los 17.
La realidad es que si fumas un porro en la calle te pueden colocar una multa de unos 600 euros gracias a la Ley Mordaza. Si te pillan cultivando marihuana te caerá un delito contra la salud pública. Y eso que te lo ibas a fumar tú, que ni era carne mechá para vender ni na’. Vivimos en un país altamente conservador, donde no se aprovechan las oportunidades y no queremos ayudar al prójimo a que alivie su cáncer o su esclerosis múltiple de forma natural. Nos seguirán recetando opioides, que matan. De momento, el PIB no se nutrirá del oro verde y tú tendrás que seguir tirando el peta al suelo cuando aparezcan los pitufos.