El Caribe a un paso de Madrid

Alovera

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Por Eztibalitz Goñi Azcue (@ezti__)

Hace 3 años El País nos presentaba una macrooperación turístico-inmobiliaria con intereses político-económicos y empresariales. Con una inversión de 15,6 millones de euros, será una laguna de 25.000 metros cuadrados rodeada por un arenal de otros 15.000 metros, explicaban. El Caribe a un paso de Madrid.

Se planteaba una hipotética playa artificial turística, una playa bañada en aguas turquesa similares al Caribe, como soporte para construir viviendas en un páramo empleado durante décadas para vertidos y decantación de aguas residuales. Así, un terreno que costaba equis, se vería revalorizado a la enésima potencia, debido a la burbuja turístico-inmobiliaria. 

Bares, restaurantes y comercios serían los grandes beneficiados, así como los trabajadores desempleados de la localidad de Alovera (Guadalajara), que podrían optar a nuevos puestos de trabajo. Un chollo.

Detrás del macroproyecto se encuentra Grupo Rayet, de Félix Abanades, un empresario manchego que juega con el mercado inmobiliario y las constructoras. La historia de siempre. El Grupo Rayet está vinculado con otras 17 empresas de la misma materia.

Dentro del macrofracaso también se encuentra Crystal Lagoons, una empresa americana cuya página web nos hace remontarnos a las imágenes del lujo cutre más estadounidense: snobismo, tecnología, niños rubios, aguas cristalinas, puestas de sol photoshopeadas. «Crystal Lagoons ha desarrollado y patentado una tecnología única, que permite la construcción y mantención de lagunas cristalinas de tamaños nunca vistos a muy bajos costos, ofreciendo el estilo idílico de vida propio de un resort, en cualquier lugar del mundo», dicen,

Alovera para los madrileños: su Caribe particular

Pongámonos en el lugar de un municipio de casi 12.500 habitantes, que se prepara para recibir entre 250.000 y 400.000 visitas al año. Multiplicando, así, por 32 su población. Una provincia que hasta hace décadas vivía de la producción agrícola y ganadera, y que hoy en día depende de su propia industria y de la de las comunidades autónomas que la rodean (la fábrica de cerveza, como ejemplo). El municipio de Alovera (ahora rebautizado como el Caribe encontraba en el turismo su nueva fuente económica. Lo que se señalaba, un chollo. ¿Dónde estaba el problema?

Alovera Beach

Los únicos impactos positivos que este proyecto tendría serían los impactos económicos, a los que había que poner en duda. ¿Y si salía mal? Dejando, claro, totalmente de lado el medioambiente y siendo, por lo tanto, insostenible y agresiva con el entorno social, natural y productivo. 

Pero no todo era negativo. Podríamos sacarle jugo a este proyecto (y otros muchos proyectos mal pensados), creando un nuevo tipo de turismo basado en visitar grandes catástrofes constructivas como la central nuclear de Lemoiz, el aeropuerto de Castellón, el mirador con vistas al asfalto de Valencia, el Obelisco giratorio que nunca gira de Madrid, el bosque de acero sin vida de Cuenca, la pasarela de F1 utilizada por 15 días de Valencia, el spa más caro del mundo vacío de Alicante, el Algarrobico mole en primera línea de Almería, o la pista de esquí en seco para 100 vecinos de Valladolid, entre otros. 

Con esta idea de nuevo turismo por las desgracias construidas en el territorio español se haría caja de lo perdido en ellas. España recuperaría así, al menos, los 382 millones de euros dirigidos a proyectos destinados a ser “boom” turístico, proyectos que terminaron, todos, en fracaso.