Aspirantes a ‘IbaiLlanos’, ¡sindicalizaos!

Ibai Llanos y Durruti

Gamers, streamers, instagramers, que ningún patrón os disuada: ¡sindicalizaos!

El conocidísimo Ibai Llanos ha abierto un debate que ya estaba ahí: la sindicalización de los aspirantes a Ibai Llanos es necesaria. No todos pueden ser Ibai Llanos. Quizá Ibai Llanos tampoco es Ibai Llanos, si así lo dice un contrato. Si lo dijese, a cambio de unos cuantos miles de euros, ¿dejaría Ibai Llanos de ser quien es?

falsa dicotomía

La primera, absurda y falaz dicotomía que se abrió fue la siguiente: vive bien, es feliz, mansión, blablablá, sin moverse de casa, 5 días a la semana, blablablá, ¿por qué queréis politizarlo todo? ¿Lo próximo qué será, que se sindicalicen los futbolistas, los mafiosos, la policía? Dicen mientras estos ya están más que sindicalizados en redes de apoyo mutuo y atravesados por su clase social: la dominante. Saben cómo defenderse. Saben cómo ejercer presión. Orgullosos de su clase, nunca perderán un privilegio.

Y no, aquí no está, no vamos a encontrar ni petróleo ni discurso edificante. Mansión sin derechos laborales vs. Derechos laborales y a punto del desahucio. No. El debate se abre porque Ibai Llanos es la punta de la pirámide, y dentro de ella, momificados, hay miles de trabajadores del videojuego, del stream, miles de aspirantes que firman contratos para dejar de ser quienes son.

Ibai Llanos: «Hago lo que me sale de….»

Ibai Llanos concede una entrevista a El Mundo y deja claro su modo de vida: hace lo que le sale de los cojones. «Hago literalmente lo que me da la gana», maquillan. Lo que quizá aún no sepa Ibai Llanos es que su modo de vida es incompatible con la capacidad material del resto de la sociedad española y de los aspirantes a ser como él. Esa sociedad y esos pequeños-ibais-llanos que consumen su contenido y le aúpan hacia ese destino: hacer lo que le sale de los cojones.

Pero, por supuesto, dejemos claro que no. No. Ibai Llanos no es el problema, es el síntoma. Y es que, con la millonada de seguidores y espectadores, fans, simples conocedores, alguno habrá que lo conciba como héroe-ejemplo a seguir. Y eso sí es un problema.

Superjunkies

Hubo un día que el grupo Pereza compuso y cantó una canción bajo el título de Superjunkies. “Los niños tienen que estar contentos / Sus héroes se ponen ciegos, muy ciegos / No saben qué es difícil aguantar esa presión / No saben qué sus superhéroes en realidad son… Superjunkies”, decían. Y no es que Ibai Llanos fume crack o se ponga como Batman, tampoco es un porn star como Hulk. Simplemente la presión de su trabajo, explotando las horas que debieran ser ocio, hacer y negar el tiempo libre, no se puede observar desde el prisma de su experiencia individual.

Entendemos, Ibai, que tú seas un privilegiado. Los niños están contentos, pero te idolatran. Te queremos sano: con todos tus derechos. Porque lo que tengas tú repercutirá en los que aspiran a ser tú y nunca lo lograrán.

Ecosistema joven

El mundo del videojuego, del stream, de los deportes online, –mundos por los que ha pasado y pasa Ibai– es un mundo más, y, por tanto, un ecosistema donde cabe el esclavismo asalariado (¿por qué no?). Un universo, a veces, joven, desconocido incluso. Pero el trabajo es trabajo, sea el que sea. También es trabajo si no te dan latigazos. Es trabajo, aunque te duela la tripa de reírte.

La comunicadora, periodista y traductora, Layla Martínez, habla de explotación, de derechos laborales reducidos a cenizas –porque claro, es un juego–, de obligaciones por contrato que rozan lo inmoral: “No, estas condiciones de trabajo no son aceptables y no, el trabajador no elige las condiciones de trabajo ni tiene poder sobre el funcionamiento de la industria donde trabaja”.

Y aquí encontramos un importante papel: el del sindicato. En este caso, CNT tiene un amplio trabajo detrás en la industria del videojuego, y muestra sus herramientas.

Y llega el patrono

Se abre el telón y aparece el primer choque entre testimonios, la primera bifurcación de caminos que terminan siendo perpendiculares. Ibai hace lo que le sale de los cojones. Se cierra el telón y, –llamándola por su nombre– la Patronal del videojuego le obliga a vivir en una mansión. Qué problemón, eh, una mansión. Pues sí, a veces vivir en una mansión de forma obligada tras haber firmado un contrato es un problema. No sé, sin ir más lejos, sin ser pedantes: no es tu hogar, no está tu familia. Pero has firmado. No podemos caer en la trampa.

“El sindicato de mis huevos”, rubrica el CEO fundador de G2 Esports, Carlos ‘Ocelote’, en su Twitter. El sindicato de los huevos de ‘Ocelote’ es el sindicato de los huevos de la molestia y, creo, la vergüenza. Puede que la vida de Ibai sea de ensueño, pero el discurso que se desprende de la situación, es aberrante. Si una de las personas mejor situadas en este mundo reconoce lo que reconoce, ¿qué no pasará en los bajos fondos de este mundo? Los millones de consumidores, espectadores y seguidores del contenido de Ibai, los aspirantes a ser como él, necesitarán un sindicato pronto, no un gestor de bienes o acciones. He aquí el problema.

Normalizar la explotación bajo el privilegio

No puede sacarse una conclusión tan general: nadie nunca será Ibai Llanos. No puede normalizarse la falta de derechos laborales, las jornadas infinitas de trabajo y, en definitiva, la explotación de un trabajador bajo el pretexto del privilegio de una persona.

No, tampoco se está exigiendo que sea un líder sindical. No se está pidiendo la revolución desde Twitch o Twitter, simplemente, la conciencia de que el trabajo, sea con plato de porcelana de por medio, es trabajo. ¿Te pertenece tu vida, Ibai?