Eutanasia: España ve la luz al final del túnel

El Congreso dio luz verde a la proposición de eutanasia el pasado 12 de febrero. Una ley que previsiblemente se aprobará en verano, para poner fin al sufrimiento de todas aquellas personas que no quieran alargar su agonía. Un derecho no exento de polémica que la clase política conservadora no aprueba. La eutanasia será un derecho para el que lo solicite y no una obligación que cualquiera deba cumplir. 

Dos décadas de sufrimiento

El debate de la muerte digna en España se remonta a su precursor, Ramón Sampedro. 22 años han pasado desde que Ramona Maneiro, junto a varios amigos de Ramón, le suministrase cianuro potásico, para que un hombre que se pasó 30 años postrado en una cama pudiese descansar, esta vez sí, fuera de la cama. Ya por aquel entonces, Sampedro pedía a los jueces poder ser “dueño” de su propia vida. 

En la década de los 90 el apoyo a la eutanasia se situaba en un 67% mientras que en 2017 se alzaba a un 84%, según Metroscopia. Más de veinte años han tenido que pasar para que la clase política permita un derecho y necesidad que solicitaba la sociedad española. Según apunta la catedrática en Derecho Eclesiástico, Adoración Castro: “la sociedad suele ir por delante de la política y hay que elegir los momentos oportunos”. También señala que se ha tardado con la ley de la eutanasia, pero que ahora se va a aprobar con una “gran mayoría”.

«La sociedad suele ir por delante del debate político», Adoración Castro.

En las últimas semanas se han escuchado debates y argumentaciones políticas en el Congreso sobre la tramitación de esta ley que no han estado a la altura de lo que la ciudadanía exige. A pesar de que según las encuestas de abril de 2019 de Metroscopia, un 65% de los votantes del PP y un 73% de los votantes de Vox estén a favor de la muerte asistida, los representantes políticos han usado todo tipo de términos sacados de contexto para dilapidar esta proposición. Txema Lorente, de la asociación SOS amatxu, cree que, si en un futuro vuelve a salir un Gobierno conservador, se “agarraran” a esta nueva Ley como ya lo hicieron anteriormente con el aborto o el matrimonio homosexual.

A día de hoy la práctica de la muerte asistida es ilegal y acarrea condenas en el Código Penal, con penas de dos a cinco años, a pesar de que en España se practica eutanasia clandestina a menudo. Un estudio de la OCU en el 2000 reveló que alrededor de uno de cada diez médicos en España reconoce haber ayudado a morir a sus pacientes. En muchas ocasiones, esta ayuda consiste en quitar la medicación al paciente y acelerar el proceso aumentando las dosis de sedación. 

Eutanasia clandestina

En una situación similar se vio Marcos Hourmann en el año 2005. Entonces, una paciente de 82 años que sufría hemorragias internas y un infarto de miocardio, le pidió morir de forma explícita, viéndose el médico en una situación que considera de “dilema humano”. Hourmann accedió y entonces comenzó su calvario. “Rompí los protocolos y el hospital me denunció”, explica Hourmann. Fue el primer médico condenado por aplicar la eutanasia en España

Al ser la condena de un año de prisión, no se le inhabilitó para ejercer la medicina y se trasladó a Inglaterra. Al año, cuando volvía a encaminar su vida, el periódico inglés The Sun, publicaba una foto suya en portada, calificándole como “doctor asesino”, por lo ocurrido en aquel hospital de Móra d´Ebre. Tras estas duras experiencias, Hourmann ha logrado la estabilidad que un día perdió por querer cumplir las últimas voluntades de Carmen. “No me arrepiento de lo que hice, nunca fue una tortura para mí”, admite el médico 15 años después. Pero también confiesa: “Nunca me imaginé por lo que tendría que pasar, hoy en día no lo volvería a hacer”.

Marcos Hourmann delante de la portada de The Sun.
«Los médicos tenemos que entender que la muerte es parte de nuestro trabajo”, Marcos Hourmann.

Uno de los casos de eutanasia clandestina más mediáticos, fue el de Miguel Hernández y María José Carrasco. Hernández fue acusado de un delito de cooperación al suicidio que se llevó hasta un Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Si Ángel no hubiese grabado el proceso, seguramente nadie hubiese sabido como acabó la vida de María José y por lo tanto su marido no tendría ninguna responsabilidad jurídica sobre su muerte. 

Pero la intención de Ángel y María José no fue solo acabar con el sufrimiento que le producía la esclerosis múltiple, sino que quisieron captar este proceso para “remover conciencias”, según contaba Hernández en La Sexta. También contó que dilató la muerte de su mujer porque confiaba que la eutanasia iba a ser aprobada, pero al disolverse la Cámara, pensó que ya no había nada que hacer. Un acto de ternura y valentía para acabar con aquello que ya no era vida.

sos amatxu

En una situación similar se llegó a ver la familia de Maribel Tellaetxe. Vecina de Portugalete, le diagnosticaron Alzheimer hace 17 años y pidió a su familia en una carta escrita el 15 de noviembre de 2006 que, si su vida llegase a dificultar la de sus seres queridos, no deseaba seguir viviendo. Maribel falleció hace un año y no pudo irse de la forma que hubiese querido, su familia estaba dispuesta a ayudarla, pero el foco mediático que generó el caso dificultaba que cualquier acción clandestina saliese impune.  

Txema Lorente, su marido, cuenta que el día a día ha sido “durísimo”, sobre todo los últimos años. “Hasta los últimos dos años podía disfrutar de bastantes cosas, podía salir a cantar con el grupo y la música le ayudó mucho”, narra Txema. También recuerda que cuando Maribel recuperaba la consciencia, pensaba en su “problema” y “sufría”. Txema reconoce que los cuidados que recibió su mujer fueron muy buenos, pero que eso era insuficiente: “los cuidados paliativos jamás le devolvieron la memoria, ni el habla, ni la capacidad de amar”.  

En la casa de los Lorente se ha vivido un calvario que conocen miles de personas y familias en Euskadi y España. Con su lucha han logrado un gran tirón mediático, incluso creando un documental producido por Plató de Cinema y la familia Lorente Tellaetxe y dirigido por Danel Aser Lorente. Un caso que ha removido conciencias y ha movilizado a parte de la población para posicionarse a favor de una ley que promueva la libre decisión de los individuos sobre su vida y su muerte. 

“Los cuidados paliativos jamás le devolvieron a maribel la capacidad de amar y aunque no hubiese tenido dolores, ella no querría vivir sin esas aptitudes”, Txema lorente.

Testamento vital

Uno de los factores desconocidos para poder acceder al derecho que supone la eutanasia es el documento de Últimas Voluntades o el Testamento Vital. Desde la página web de la asociación Derecho a Morir Dignamente se dan las pautas para que cualquier persona pueda decidir qué tratamientos quiere y cuáles rechaza cuando el deterioro de su salud sea irreversible y haya perdido la capacidad de tomar decisiones propias. “La importancia del documento de Voluntades Anticipadas es que te representa en el caso que no puedas decidir, y la ley te ampara para poder decidir”, aclara Rafa Sal, responsable de DMD Euskadi

La asociación DMD nace desde la reclamación de los derechos como el aborto, el derecho a convivir con quien quieras y ahora con el derecho de finalizar la vida libremente. A partir de verano, con la previsión de la aprobación de la ley de eutanasia, la asociación tomará un cambio en sus funciones. “Un primer apoyo será ayudar al trámite de la solicitud de la eutanasia y una segunda función, vigilar que la ley se cumpla”, explica Maribel G. del Valle Irala, miembro de la asociación. Rafa Sal cuenta que seguirán trabajando para ampliar los supuestos en los que se pueda decidir sobre sí mismo, incluso si la persona no está enferma, lo que denominan la “vida cumplida”. 

objeción de conciencia

El los próximos meses el sistema sanitario se enfrenta a la incorporación de la muerte como otra acción que practicar por enfermeros y médicos. Estos, agarrándose a sus convicciones, podrán hacer uso de la objeción de conciencia para evitar realizar este trabajo. Adoración Castro dice que la forma en la que la proposición aborda la objeción de conciencia no es la correcta: “que la ley considere la objeción de conciencia del personal sanitario como un derecho fundamental, y se considere orgánica, me parece tremendo”. Y es que con esta variación en la ley, cualquier sanitario se podría eximir de prestar este servicio médico. 

Desde otros puntos de vista, se cree que no habrá problemas a la hora de aplicar la ley, ya que, en las encuestas realizadas por el colegio médico de Bizkaia, más de un 80% de los sanitarios están a favor de la eutanasia y más de un 60% estarían dispuestos a aplicarla. Desde DMD aseguran que hay suficientes sanitarios para cumplir la demanda. Habrá que ver si en las comunidades en las que gobierna el PP se permite la eutanasia o esto creará un turismo de “muerte” entre las diferentes regiones del país. 

Disminución de suicidios

Si en algo concuerdan la mayoría de las personas que se encuentran implicadas y concienciadas con la eutanasia es que la aprobación de la ley traerá una disminución de los suicidios y de peticiones de pacientes que pidan la muerte asistida.  David Lorente considera que esto va a dar pie a que las personas que están en una situación de cierto grado de “deterioro” en el momento que sea legal la eutanasia estén tranquilas y no tengan prisa en morirse.

“Hay gente que se ha suicidado cuando todavía estaba bien porque luego no le iban a poder ayudar a morir”, explica David. Desde su caso personal cuenta que su ama se quería “suicidar” cuando todavía estaba bien, no porque no quisiera vivir, sino porque no quería llegar a esa situación. Txema convenció a Maribel de que no se suicidase con la esperanza de que para cuando su estado fuera irreversible, lo pudiesen hacer de una manera legal y digna. Pero ese momento nunca llegó.  

Cuidados paliativos complementarios

A pesar de que en muchos casos el dolor y el sufrimiento derive en el deseo de muerte del individuo, en otros casos se opta por seguir con vida, pero en las mejores condiciones posibles. Para ello existen los cuidados paliativos, que consisten en prevenir y aliviar el sufrimiento, así como brindar una mejor calidad posible a pacientes que padecen de una enfermedad grave y que compromete su vida, tanto para su bienestar, así como el de su familia.

La proposición de ley de la eutanasia no trae avances para estos tratos médicos que, como afirma Adoración Castro: “son complementarios y deberían ir de la mano con la eutanasia”. Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, en Euskadi, menos del 50% de las personas que requieren cuidados paliativos los reciben. “En los hospitales terciarios de Euskadi no hay unidades de cuidados paliativos específicas y Osakidetza las subcontrata de hospitales privados”, aclara Alberto Meléndez, vicepresidente de SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos).

Uno de los problemas principales es que los cuidados paliativos no son una especialidad médica. “Osakidetza lo ha considerado como una cuestión de todos y no hay equipos específicos en toda la red, como aconsejan los organismos internacionales”, critica Alberto Meléndez. Advierte de que en Euskadi hay gente que se está muriendo “muy mal” y no se es consciente de ello. 

“Hablar de la muerte es el sexo de hace 50 años”, Alberto Meléndez.

Historias como las de María José Carrasco o Maribel Tellaetxe son aquellas que han removido conciencias y sentimientos en los últimos meses a favor de la regulación de la eutanasia. Pero no son las únicas. Detrás del foco mediático se encuentran esas personas y familias que esperan ansiadamente poder decidir sobre su muerte como ya lo hicieron sobre su vida. Un derecho a dejar este mundo de forma digna, sin necesidad de pastillas en clandestinidad o suicidios prematuros. La acogida de un adiós esperado.