Nerea Barjola: “Sin perspectiva feminista la serie de Netflix no sirve de nada, únicamente ha validado el terror sexual”

Nerea Barjola (Santurtzi, 1980) es, primero, Doctora en Feminismos y Género por la UPV/EHU y segundo, autora de un auténtico manual para entender los últimos 30 años en términos de ‘mujer’, mujer que recibe un toque de atención, aleccionador, mujer que abandona el lugar más político que se conoce: la calle. Barjola explica en su ‘Microfísica sexista del poder’ cómo el crimen de las niñas de Alcàsser y su posterior tratamiento obligaría a resignificar tanto los espacios como la propia la lucha del Movimiento Feminista tras un eficaz asentamiento del terror sexual en la sociedad española, resignificar y tratar el crimen de Toñi, Miriam y Desireé como un crimen machista.

Aunque muchos análisis apuntan al crimen de Alcàsser cómo los inicios del nuevo amarillismo, Barjola exige que esto sea tratado con especial atención, pues al tratarlo como simple amarillismono deconstruye, en absoluto, el contexto machista que lo produce”, es decir, para la autora, el tratamiento mediático no realiza un viraje hacia el reality show sino que esta justificación “sirvió al conjunto social para impedir repensar el crimen en términos políticos.”

También quiere marcar cierta distancia con el tipo de morbo que se ha desencadenado en casos como el niño Gabriel o Julen, sobre todo por las consecuencias de tales acontecimientos mediáticos. El asesinato de Miriam, Toñi y Desireé y su posterior tratamiento televisivo interpela al terror de todas las mujeres, no comparable con el sensacionalismo que nace del morbo porque sí en los especiales minuto a minuto de Susanna Griso, Ana Rosa Quintana o Antonio García Ferreras. Denunciable y criticable, también y por supuesto, para Barjola. 

La autora es hoy necesaria para desentrañar los entresijos de la continuidad del juicio social al que fueron sometidas (y culpadas) las jóvenes asesinadas, desde una perspectiva feminista y con una profunda mirada crítica. 


Pregunta: El año pasado presentabas el libro “Microfísica sexista del poder: el caso Alcàsser y la construcción del terror sexual”. Narras, de manera detallada, el papel que jugaron los medios en el caso de las tres adolescentes de Alcàsser, ¿qué le motivó a hacerlo y por qué elegiste el caso de Miriam, Toñi y Desireé?

Nerea Barjola: La verdad es que yo no elegí el caso de Miriam, Toñi y Desireé sino que el caso me eligió a mí. Yo fui esa generación de mujeres que se vio interpelada y afectada por el relato. En su momento era una narración terrorífica que incorporamos (en el sentido de encarnar en el cuerpo) y que tuvo sus efectos y consecuencias en nuestro día a día. Años después yo no encontraba las palabras que me pudiesen permitir definirlo o analizarlo al margen del miedo o del terror sexual. Para hablar de relato o narrativa sobre el peligro sexual hay que politizar y contextualizar desde la teoría crítica feminista y esto lo contextualiza en una sociedad machista y ubica la narración en un marco político heteronormativo y misógino. Y es esto fundamentalmente  lo que quería hacer/aportar con mi trabajo: resignificar el crimen sexual de Alcásser como un crimen machista y un relato aleccionador para toda una generación de mujeres.


¿Es Microfísica sexista del poder un grito al «Lo personal es político» y por ende, por político, materia de Estado? ¿Se debe abolir de la categoría de «sucesos» la violencia de género?

Es fundamentalmente un grito de indignación radicalmente político. El feminismo es político. En Microfísica sexista del poder pongo, sobre todo, el acento en ese poder difuso, que todas las personas ejercemos pero que no se sabe bien quién lo posee. Y esta característica es una estrategia terriblemente eficaz para el correcto desarrollo y funcionamiento del régimen machista. Este poder que se ejerce es machista y profundamente sexista. El estado no sólo lo ejerce sino que lo configura, es a nivel organizativo; el patriarca. Por lo tanto, no podemos confiar en que el cambio se va a operar en el estado –tal y como lo conocemos en estos momentos- . Las cuestiones de Estado lo son porque el movimiento feminista trabaja y lucha para que lo sean, pero el Estado forma parte de una estructura que da cobijo y sustenta la violencia machista y sexual


Todos los medios de comunicación buscaban la exclusiva, que estaba centrada en el miedo y en el sufrimiento de las familias. Ahora cada asesinato de violencia de género es informado como una miniserie en televisión, ¿qué produce esto en las mujeres? 

Fundamentalmente, al construir las noticias desde el morbo, el sufrimiento y el dolor, se recrean escenas en las que se nos mandan avisos aleccionadores al resto, se nos marcan pautas de comportamiento.

Es lógico que tras escuchar o leer datos relativos a una agresión el cuerpo se active y reaccione con miedo. El cuerpo no está reaccionando con miedo a un único relato, reacciona a todas y cada una de las representaciones sobre el peligro sexual que construye nuestras experiencias vitales desde la infancia.

El miedo es la llave del cambio y el feminismo y la autodefensa feminista las herramienta que articula ese miedo, que nos hace responder, actuar. Tenemos que luchar por lo nuestro y el miedo es el detonante, vamos a seguir teniéndolo hasta que nos organicemos y unamos, hasta que le hagamos caso y vayamos a por él.

La consciencia es un regalo pero hay que encauzarlo colectivamente si no únicamente es miedo. Vivimos en un sistema que nos asesina y tortura sexualmente por ser mujeres lo sabemos pero no lo miramos de frente. Hagámoslo, mirémoslo de frente, saquemos los dientes, organizadas y articulemos el feminismo como el único paradigma radical de cambio.


¿Qué opinión le merece el docudrama que se ha vertido en Netflix sobre el Caso Alcásser? De alguna manera se plantea la crítica a ese papel mediático pero se realiza desde una plataforma que lo convierte en mainstream. ¿Contribuye al propio análisis y solo es parte del circo, que llega hasta hoy? O lo que es lo mismo, a perpetuar el terror sexual.

La serie de Netflix es una adaptación del serial Alcásser que se viene construyendo desde 1992. Han obviado la perspectiva feminista, mostrado imágenes de las autopsias, relatado detalladamente las torturas sexuales, han vuelto a construir, nuevamente, un relato sobre el peligro sexual donde ha primado su necesidad de vender morbo y exclusiva. Sin perspectiva feminista la serie no sirve de nada, únicamente ha validado el terror sexual. 


Estamos en el punto álgido, o eso creemos, del amarillismo y sensacionalismo en Internet y en los medios de comunicación. Centrándonos en la televisión, ¿estaría nunca mejor dicho lo de “la caja tonta”?

Estaría bien dicho pero quizás añadiría un matiz, que la caja tonta, es más bien lista porque tiene un fin y objetivo muy concretos y salvaguardar el status quo sexual. La sociedad en su conjunto produce y reproduce violencia machista y permite que sobreviva la estructura. 


Para que una sociedad prospere como sociedad son necesarios, y ahora más que nunca por la ingente cantidad de información, los medios de comunicación. Muchos medios han sido criticados por el trato que le dan a la información a la hora de informar sobre violencia de género. ¿Cuál cree que debería ser el trato de los medios de comunicación?

Toda información que carece de perspectiva feminista es machista. Aquí no hay puntos medios. El feminismo es el único paradigma frontal al sistema machista. Lo que hacer falta es formación en feminismo y conciencia feminista.


¿Se debería castigar más o se debería castigar mejor a las personas sentenciadas por violencia de género?

Las medidas punitivas tienen que venir del conjunto social. A las mujeres se nos vigila y castiga constantemente: nuestras actitudes, nuestra forma de vestir, de estar, de desear, de gestionar nuestra sexualidad y nuestros cuerpos. Este foco, esta vigilancia y castigo que hace el conjunto de la sociedad sobre la vida y el cuerpo de las mujeres se debería invertir. A quien se debe juzgar y castigar socialmente es a los agresores. 


Ahora, gracias a las muchas luchas del Movimientos Feminista, más mujeres se “atreven” a denunciar los abusos que sufren, ¿cree que se está rompiendo esa espiral de silencio y qué consecuencias (positivas o negativas) puede tener?

Aquí veo diferentes cuestiones: Creo que la denuncia y la visibilización son dos cosas diferentes. La denuncia es feminista y en ella lleva implícita la visibilización de la violencia sexual pero conceptualizada y/o contextualizada.

Por su parte, la visibilización es machista si con ella lo único que hacemos es dar detalles de agresiones, torturas sexuales, situaciones, y/o lugares…E igualmente los testimonios de mujeres que han sobrevivido a una agresión son importantes pero tienen que ser estructurados y acompañados desde la denuncia feminista no únicamente desde la visibilización machista, esto es; aquella por la que se nos muestra como cuerpos públicos y en lo público o como víctimas sin capacidad de agencia o empoderamiento.

Todas las iniciativas como cuéntalo o me too son formas de expresar la violencia sexual, de romper con el tabú de la violencia sexual que es en sí un mecanismo que protege la narrativa y la violencia. Que las mujeres hablen de las agresiones problematiza la violencia pero hay que ponerle nombre e ideología, es decir, es violencia heteropatriarcal, machista y misógina.

Cuando haces esta contextualización abrimos las puertas a las herramientas, no solo conceptuales del feminismo si no también hacia prácticas corporales como la autodefensa feminista. Y ahí todo cambia. Es decir, los testimonios siempre tienen que ir acompañados de feminismo y movimiento feminista que es quien le da la capacidad de revertir la situación en lucha política, de ser un paradigma frontal al patriarcado. Tenemos que salir a la calle por todas y cada una de las compañeras agredidas.


Para terminar, “Alcàsser no para de suceder, ¿qué quieres decir con eso y cuál es el mensaje que quieres lanzar a todas las mujeres?

No deja de suceder porque Alcásser no fue un caso excepcional, forma parte del sistema en el que vivimos que se sustenta  sobre la violencia machista. El mensaje que me gustaría lanzar a todas las compañeras es este: feminismo, lucha organizada y autónoma y autodefensa feminista.