El veto a C. Tangana: ¿Un flaco favor al feminismo?

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La decisión del Ayuntamiento de Bilbao de cancelar el concierto de C. Tangana previsto para las fiestas de la capital vizcaína por “reproducir la cultura de la violación” ha desatado la polémica. Las más de 15.000 firmas en la iniciativa digital change.org, donde un particular proponía vetar la actuación del cantante “por sus letras machistas, patriarcales y despectivas para las mujeres” han tenido su fruto. Ahora bien, ¿dichas firmas representan la censura? ¿O es que la violencia verbal hacia las mujeres es libertad de expresión? Desde luego, no es poca la tangana que se ha venido a montar en un momento. 

Censurar significa suprimir, silenciar algo y en este caso así ha sido: “El madrileño”, como se hace llamar en las redes sociales, no tocará en Bilbao y será sustituido por Pedro Capó. Sin embargo, acallar a C. Tangana, más que difícil será imposible. En las choznas, en los bares, en los comercios… En Bilbao, en definitiva, seguirá sonando su música, sean fiestas o no. Y es que la creación artística, en este caso musical, no tiene por qué ser complaciente.  

Es cierto que el pasado junio, en una crónica en El País, el artista respondió acerca de las acusaciones de machismo en sus letras: «Paso de explicar mis canciones. No soy un moralista. He demostrado qué parte de mí es poesía. Y exhibo mi mierda. El que quiera entender, que lo entienda. O que me juzguen. Aquí estoy«.

Y aquí estamos. No hace falta darle muchas vueltas a sus canciones para percatarse de que hace uso de un lenguaje machista, sexista y vejatorio para la mujer. No nos cabe la menor duda. Pero como bien dice Clara Serra en twitter “Incluso en el supuesto de que habláramos de letras de contenido machista… el feminismo tiene muchos a los que convencer y mucho que ganar con argumentos y debates. Tiene todo que perder con prohibiciones, así solo engrosará el ejército de la reacción”. Ese ejército de la reacción y reaccionario ya se ha puesto en marcha. Por ello, tal vez esta decisión haya hecho un flaco favor al feminismo.

Quede dicho que no seré yo quien acabe llorando en la limo.