Amancio Ortega, coser y donar

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El tema estrella de esta semana ha sido las críticas de Isabel Serra, candidata de la comunidad de Madrid por Podemos, y de su secretario general Pablo Iglesias, hacia las donaciones que ha efectuado el multimillonario Amancio Ortega, en concepto de 310 millones de euros a la sanidad pública. También han criticado al empresario por evadir y eludir impuestos.

«La sanidad pública no debería aceptar donaciones de Amancio Ortega», Isabel Serra

El gallego no aparece en la lista de morosos del fisco español, por lo que está al día de sus obligaciones o bien no interesa ponerle en el punto mira. Pero pongámonos en situación. Amancio Ortega entró en el mundo textil a los 14 años como empleado de dos conocidas tiendas de ropa. A los 27 años creó la compañía Confecciones GOA, S.A y una vez puesta la base, un ascenso imparable. Sin embargo, una de las razones del triunfo de su modelo fue el de contar con la ventaja de una mano de obra mayoritariamente femenina dispuesta a la subcontratación. La constelación de empresas subcontratadas que se extendieron por el rural gallego gracias en buena parte a la expansión del Grupo se redujo radicalmente una vez que le fue posible desplazarse a otros territorios en los que la población está dispuesta a trabajar por salarios más bajos. La deslocalización fue fácil, ya que la clave del modelo sigue siendo la misma: la subcontratación.

En 2015 un estudio del Center for Research on Multinational Corporations, Flawed fabrics (Telas defectuosas) señaló que Inditex era una de esas grandes corporaciones globales que practicaban el trabajo esclavo. Niñas menores de edad (sobre los 15 años) cosiendo y cosiendo en jornadas semanales de 68 horas a 1,38 euros al día de jornal.

No sólo en la India ha esclavizado Ortega, en Brasil también ha tenido sus cuitas, tantas como para tener que abonar una multa de 1,36 millones de euros por el trabajo en condiciones de esclavitud que se estaba produciendo en sus fábricas en aquel país.

¿Un empresario que ha creado trabajo? Sí, pero ¿dónde? y ¿a qué precio?. Especialista en explotar países tercermundistas, no solo laboralmente, también ecológicamente. 120 millones de árboles cortados al año para la producción de prendas, ríos colorados por los tintes que desprenden las empresas, 2000 litros de agua para hacer una camiseta de algodón… Terrorismo laboral y terrorismo natural.

Pero la crítica principal que se la hace al dueño de Inditex es defraudar 600 millones de euros y querer esconderlo con donaciones. Diversas personalidades ya han salido en defensa del magnate, como Miguel Bosé que debe al fisco 1,8 millones de euros. También lo defendió Bertín Osborne en el Hormiguero. El cantante tuvo unas palabras salidas de tono para los “podemitas” calificándolos de “mamarrachos”. Bertín, máximo exponente del homohispanicus, copa con Brandy de Jerez y  pin con el toro. Conquistador de toda mujer ibérica que se precie. Gran favor nos haría extinguiéndose de los medios de comunicación, para no tener que aguantar sus comentarios rancios y casposos llenos de soberbia. Bertín fue condenado a un año de cárcel por fraude fiscal y aparece en los Papeles de Panamá, pero si no se acuerda, no pasó.

«Ojalá todos estos o estas que lo critican no tengan un cáncer de mama y tengan que utilizar los aparatos. Son una banda de mamarrachos y encima quieren gobernar España» Bertín Osborne.

Si a Amancio Ortega le apetece donar 310 millones a las arcas públicas no seré yo quien lo critique, bienvenidos sean. Pero lo que se debe hacer es defender que TODOS paguemos los impuestos correspondientes para sustentar la sanidad pública. Si Amancio debe 600 millones y dona 310 millones, nos siguen faltando 600 millones. El líder explotador lleva sus negocios allí donde no existan los derechos laborales y tenga impunidad de los gobiernos locales. Si Amancio decidiese producir en España generaría miles de puestos de trabajo y una gran industria textil, pero ay amigo, los beneficios no serían los mismos. Esta donación no es caridad, no es limosna, no es solidaridad, es un lavado de imagen para que sigamos comprando en sus negocios sin cargo de conciencia.