11-S: Carta blanca para Estados Unidos

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El 11 de septiembre del 2001 un gran estruendo silenció Nueva York, cubriéndolo de una densa humareda que desconcertó a población y autoridades. Sin saber que había sucedido en la torre norte del World Trade Center, apenas 15 minutos más tarde, otra explosión sacudía la torre sur. Dos Boeing 767 con un total de 157 personas a bordo se estrellaban en uno de los atentados más importantes de la historia actual. Otros dos aviones también fueron secuestrados estrellándose uno en el Pentágono y otro a las afueras de Shanksville (Pensilvania).

Control

Al Qaeda segó la vida de 2996 personas y esto propició la Ley Patriótica, promulgada el 26 de octubre de 2001 y aprobada por mayoría tanto por la Cámara de Representantes como por el Senado, la que trastocó abruptamente los cimientos de la legislación norteamericana, además de ser objeto de duras críticas por organismos y organizaciones de derechos humanos.

Esta ley permitía al FBI vigilar el correo y el resto de comunicaciones, a través de Internet o por teléfono, a todo sospechoso de desarrollar actividades terroristas. Además, la policía tenía carta blanca para detener a extranjeros residentes, sin necesidad de formular cargos durante los siete días siguientes a su arresto. Tampoco era necesaria la intervención judicial para intervenir las conversaciones entre los detenidos y abogados, cuando existieran sospechas de que dicho detenido pudiera usar estas comunicaciones con su letrado para facilitar actos terroristas.

Terrorismo global

Un mes después de los atentados, EE.UU empezó a bombardear Afganistán, donde decía que se escondía el talibán Osama bin Laden, el líder de la organización al Qaeda, autora de los atentados. La invasión, con ayuda de el Reino Unido y de la OTAN, propició que el terrorismo radical que se daba en una zona limitada afgano-pakistaní se extendiese por todo el mundo.

Tras estos sucesos se globalizó el terrorismo islámico con un aumento significativo de las acciones sangrientas. Los atentados del 2003 en Estambul con 58 muertos, el 11M en España con 193 muertos o 2005 en Londres con 56 muertos, entre otros miles de asesinados. Ni la invasión de Afganistán ni la de Irak sirvieron para controlar un terrorismo radical que ha golpeado más a los países de Oriente Medio y Europa que a los propios estadounidenses.

Carta blanca para eeuu

Aquel 11 de septiembre del 2001 quedó para la historia dejando tras de si un reguero de sangre difícil de olvidar. Las torres que podían albergar en su interior más de 14.000 personas se desplomaron para dar paso al sonido de las bombas en los edificios más humildes de Oriente Medio. En 2020, cuando el número de atentados y de su violencia ha bajado en occidente, cabe preguntarse qué papel ha jugado Estados Unidos en todo esto. Cuando parece que E.E.U.U retirará la mitad de sus tropas de Irak este mes y el Estado islámico se muestra debilitado, quizá ahora cabe cuestionarse si todo esto se podía haber evitado.

El 11-S fue la excusa perfecta para atacar a los derechos humanos y para empezar guerras bajo el pretexto de la amenaza terrorista. Fue una terrible tragedia que aquellas 2996 personas perdieran la vida por 19 cobardes terroristas, pero eso no justifica las guerras que ha creado Estados Unidos por interés propio bajo la palabra “seguridad”. Quién sabe si la retirada de tropas de Irak podrá acabar con el terrorismo islámico global.