¡NO NOS MOVERÁN!

Desahucios

Javier tiene un trabajo precario. Cobra 700 euros al mes, por debajo del sueldo mínimo interprofesional. Su jefe dice que le gustaría poder subirle el sueldo, pero que la cosa está muy mal y ahora mismo es imposible. Tiene que pagar una hipoteca de 400 euros al mes durante 40 años sin olvidar alimentar a su familia, los números no le salen. 

Javier es miles de españoles que han sufrido la crisis económica. Miles de españoles que perdieron sus empleos y se quedaron a cargo de hipotecas que estaban pensadas para épocas de bonanza. Los bancos fueron los grandes culpables del desastre financiero, pero no se nos ocurra pensar que en algún momento se apiadarían de nosotros. Miles de hipotecas dejaron de pagarse y comenzaron los desahucios. La gente no sólo empezó a quedarse en la calle, sino que siguieron arrastrando la deuda que tenían con el banco, seguir pagando por algo que ya no tenían. 

La vivienda es uno de los derechos fundamentales más primarios que tenemos. Que nos despojen de nuestro hogar puede derivar en una situación tan límite como el suicidio. Los Gobiernos no proporcionan soluciones porque la presión bancaria es muy fuerte. El paripé del impuesto hipotecario quedará en nada, ya que el dinero que no nos cobren por un lado nos lo cobrarán por el otro. Si el Gobierno se obstina en no escuchar a la ciudadanía para plegarse de nuevo a los intereses de las entidades bancarias, se encontrará con que la práctica de la desobediencia civil se extienda a cada vez más ámbitos. Jueces, funcionarios de los juzgados, municipios rebeldes, cerrajeros y hasta algún sindicato de policía ya lo han insinuado. 

La policía ejecuta un desahucio.

En los casos de personas que viven en pisos alquilados es incompresible poner el foco de mira en el arrendador. Es lógico que la persona que alquila un piso quiera cobrar lo que se le debe y no tenga porque ocuparse del que no puede hacerlo. Criticamos a las personas que tienen un segundo piso ya sea para irse de vacaciones, para especular… pero la realidad es que la mayoría de ciudadanos que tienen un segundo piso es por herencia y en muchos casos puede suponer una traba más que un beneficio. Una persona con ingresos económicos limitados desea vender o alquilar la casa heredada cuanto antes porque mientras no lo haga le supone unos gastos que quizás no pueda asumir. Yo no soy el que me tengo que hacer cargo de una persona que no puede pagarme un alquiler, el que tiene que proporcionar el bienestar de esa persona es el Estado. 

Vivimos en un círculo vicioso totalmente injusto. Los bancos, el Gobierno y los ciudadanos. Pagamos infinidad de impuestos religiosamente al Gobierno de turno para que el sistema siga rodando y nosotros mismos podamos aprovecharnos de una sanidad o  educación gratuita, pero también para que esa gran rueda nos siga aplastando. No se nos puede olvidar que los Gobiernos han rescatado bancos de la quiebra con dinero de todos los contribuyentes, y ¿cómo nos lo pagan los bancos? Echándonos de nuestras casas. Ante esta situación miles de personas optan por ocupar las casas de los bancos que en muchas ocasiones están semi-abandonadas. 

La vivienda es una disyuntiva en la que a veces corresponde elegir el tener un techo quebrantando la legalidad, o ser legal y vivir a la intemperie. Por todo ello sí a las okupaciones. Un país que tiene 3,4 millones de viviendas vacías no puede permitirse el lujo de que sus ciudadanos no dispongan de este derecho fundamental. No nos atrincheremos en la casa del prójimo, okupemos las casas que controlan los bancos. El día que aumente considerablemente el número de okupas los gobiernos empezarán a solucionar el asunto. Ese día que David se levante contra Goliat y exija vivir en unas condiciones dignas, sin dormir en soportales ni suicidarse carcomido por la desesperación.